ARTE
Todo se manifiesta en las calles, todo pasa a través de los ojos del transeúnte quien, en su camino hacia el trabajo, la casa o la escuela, observa un sin fin de imágenes que se quedan grabadas en su memoria. Es en la calle donde algunas voces rompen el silencio, donde aquellos que se han visto relegados en distintos espacios pueden, por fin, encontrar un rincón a sus denuncias, a sus críticas. Banksy es un artista sin rostro: puede ser todos y a la vez nadie, un personaje que se convirtió en una de las figuras más influyentes del siglo XX y cuya presencia continúa en el siglo XXI. De personaje subversivo a fenómeno de ventas en galerías prestigio, Banksy ha sido básicamente un artista de los muros. Ratas, niños en ambientes bélicos, policías en situaciones comprometedoras, militares ejerciendo abuso de poder, palomas kamikazes, imágenes que van de la crítica al humor negro o a la sátira, el universo de Banksy se extiende a través de las problemáticas políticas y sociales de una sociedad deshumanizada o apática.
A pesar de los detractores, el acierto de Banksy va más allá de la denuncia, tenemos aquí un discurso que ha sido captado por distintas generaciones, en distintos países, en distintos contextos culturales, lo cual le ha traído seguidores de todo el mundo, quienes han encontrado eco a través del graffiti o el stencil que deja en algún muro de Londres o en cualquier otra ciudad.
Pero, ¿quién es Banksy? Hasta ahora sólo hay suposiciones de quién o hasta quiénes se ocultan bajo ese seudónimo. Las conjeturas más recientes desembocan en nada menos que Robert del Naja, el vocalista y líder de la banda Massive Attack. Al parecer este rumor comenzó debido a que el periodista Craig Williams realizó una serie de investigaciones en las que encontró coincidencias tanto en el lugar de origen de ambos artistas, Bristol, como en que muchas de las intervenciones y graffitis de Banksy fueron hechos en los mismos lugares y fechas en donde Massive Atttack realizaba una presentación, esto según comenta el diario El País. Como sea, ahora el camino de Banksy ha trascendido las calles y se sitúa en un destino que quizá nunca creyó posible: el del mito.
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