Gaspar de Lemos navegante portugués fue el primer europeo en encontrarse frente a la bahía de Guanabara, en enero de 1502, y la bautizó como Río do Janeiro: “Río de Enero”. A pesar de la equivocación topográfica, así quedó para siempre. Según Gaspar Lemos había sido un río descubierto en el mes de enero.
Sobre la Samba
En el siglo XVI para los esclavos, la danza era la forma de alejar las tristezas. La ciudad crecía y se estructuraba como entrada y salida de mercancías, y de esclavos; en cada espera, los hombres bailaban y tocaban tambores. Y cuentan que de esos redobles nacieron los primeros encuentros de samba. De alguna manera ahí comenzó la música en Río.
Río de Janeiro simbolizaba lo exótico, lo lejano, lo liberal y neutral, un espejo chic en el cual reflejarse, un espejo de noches cálidas y fiesta interminable
Río de Janeiro es famosa por sus playas, por la estatua gigante de Cristo “Cristo Redentor” sobre el cerro del Corcovado, por la montaña conocida como Pão de Açúcar y es traducido como “pan de azúcar”, y por la celebración anual del Carnaval, que se celebra cada año 40 días antes de la Pascua y así marcando el comienzo de la cuaresma. Es uno de los carnavales más visitados y famosos del mundo. La ciudad completa se transforma para celebrar la segunda semana de febrero, el Carnaval.
Donde comenzar
Con 83 kilómetros de playas, y si bien casi todas merecen una visita, cuatro son esenciales: Copacabana, Ipanema, Leblon y Barra de Tijuca; en cada una hay pequeños bares cuyas especialidades alternan entre el pescado frito, los camarones y el agua de coco verde. La arena de las playas, suele ser espacio para la exposición de hombres vestidos con trajes de baño pequeños, de mujeres que portan sin inhibiciones micro bikinis sobre cuerpos perfectos.
Sin duda, Río de Janeiro es la mejor postal urbana del mundo.
Copacabana es la más famosa, quizá del mundo. Hoy está un poco saturada de gente pero aún así es un buen sitio para descansar. Por las tardes suele haber velas encendidas sobre la arena: son ofrendas para Lemanjá, la diosa del mar, a quien el turismo no ha logrado ahuyentar.
Ipanema, hasta cierto punto la más exclusiva. Es playa y barrio, una isla, atrapada entre la arena y la laguna Rodrigo de Freitas, en medio una pasarela de diseño urbano y moderno, con una simpática porción de soberbia. Es el distrito de moda y de la moda. En la Avenida de Paiva, se han establecido los diseñadores locales. Cada mañana la avenida costera Vieira Souto es la que recibe a patinadores, ciclistas y mochileros, mientras las playas se abren a los surfistas y bañistas. Por su parte, los que le huyen al sol eligen el café y la librería Travessa. La actividad nocturna se encuentra principalmente por el local Mistura Fina y por el Melt. Al otro lado de las playas, frente a la laguna hay un precioso paso peatonal y abre una hilera de restaurantes étnicos, mediterráneos, japoneses y nativos, frecuentados en su mayoría por la alta sociedad carioca.
Cerca de la playa de Ipanema está Leblon, playa y un barrio en el que vive buena parte de la sociedad artística de Río. En Leblon comienza la tranquilidad, aunque si lo que busca es estar bien alejado de la aglomeración hay que llegar hasta Barra de Tijuca, una de las playas más limpias y relajadas de la ciudad.
En la ciudad
Museos raros como: el Museo Internacional de Arte Naïf Do Brasil, Casa Do Pontal y el sitio Santo Antonio Da Bica; barrios antiguos, calles empedradas, palacios de últimos emperadores, jardines, esculturas y plantas exóticas, cafés que cuentan buena parte de la historia urbana.
La bohemia cultural se encuentra en Santa Teresa. Es un barrio de artistas que viven en casas coloniales, que miran al mar desde la altura. Para llegar, existe un tranvía de vagones solitarios y de color amarillo, que pasa cada 15 minutos por encima de los Arcos de Lapa en el corazón urbano.
Río anda sin prisa, sin planes, sin penas, “es diferente”
El barrio de los Arcos de Lapa, uno de los principales puntos de referencia de la vida nocturna de la ciudad. Es una zona de cabarets y calles de piedra, que ya en los años 50 habían sido frecuentados por artistas, intelectuales y políticos. Hay bares a lo largo de las calles Mem de Sá, Riachuelo e Lavradio, y algunos monumentos históricos como los mismos Arcos de Lapa o la Iglesia de Nuestra Señora de Lapa. Durante el día está la tienda de antigüedades y de noche, música en vivo.
El Pan de Azúcar y el Corcovado forman parte de la ruta obligatoria para los cazadores de atardeceres. El primero es el emblema local por excelencia, un cerro que nace del mar y separa las playas de Copacabana y Botafogo. Con su forma de piedra natural es el encargado histórico de dar ese perfil tan particular a la postal tradicional de Río. Para tener el otro paisaje hay que subir los 709 metros de la montaña del Corcovado y sentarse al lado del segundo gran icono local: el enorme Cristo de 30 metros de altura y más de mil toneladas de peso, en el corazón del Parque Nacional de Tijuca.
¡A comer y a beber se ha dicho!
Brasil goza de un espacio culinario extensamente variado, el plato por excelencia es la “feijoada”. Sin dejar a lado los jugos de diversas frutas que se dan excelentemente como: el mango y papaya.
Para deleitar el paladar:
CONFEITARIA COLOMBO (Rua Gonçalves Dias 32 ), BAR GAROTA DE IPANEMA (Rua Vinicius di Moraes 49), CERVANTES (Av. Prado Júnior 355) tiene sus puertas abiertas hasta las 4:00 am. Precios alrededor de $135.00; SUSHI LEBLON (Rua Dias Ferreira 256), precios alrededor de $550.00
Porque en Río hay fiesta a cualquier hora, pero también se duerme.
Ipanema y Copacabana cuentan con la mayoría de hoteles de lujo, donde la estancia es placentera; pero si el bolsillo no permite tal placer en la zona de Catete y en el centro, se puede encontrar alternativas desde $300 y $500 pesos la noche.
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