¿QUÉ ES EL ALBUR? | El esgrima verbal de los chilangos
Qué trabajos pasa Carlos *
Practicado por muchos, padecido (y odiado) por más, el albur es un juego verbal de doble sentido cargado de connotaciones sexuales, cuyo objetivo es – como se sabe– chingarse al otro. Según algunos investigadores, el origen del albur se remonta a la época prehispánica. Aseguran ellos que los pueblos nahuas tenían un género de canto de doble sentido y sugerencia sexual conocido como “de cosquilleo”.
Aunque se practica en todo el país, es en los barrios chilangos donde el albur se cultiva con inquietante popularidad. Y tal vez sea por eso que no abundan quienes osen involucrarse con un chilango en un duelo de albures, pues es de sobra conocida la peligrosa habilidad verbal de la persona chilanga en ese juego. Tarde o temprano, uno acabará metido en una turba de anillos, medallas, chicos, tubos, cornetas, chupalimones y montón y medio de retruécanos maliciosos de complicada esgrima.
Por otro lado, la práctica del albur –ese “mausoleo de la cultura oral”, “joya del tiempo libre del machismo”, “a ratos altamente tediosa” (Monsiváis dixit)–, suele ser acusada de promover la cultura homofóbica y/o machista. No obstante, sus oficiantes aseguran que es una diversión inocua. Es el caso del compositor Chava Flores. O del célebre Picardía Mexicana, de Armando Jiménez, una recopilación de albures tomados de cantinas, baños y hasta placas de automóvil, que ha vendido más de 4 millones de ejemplares desde que apareció en 1960. Tal cifra demuestra el culposo gusto mexicano por la chilanguísima tradición del doble sentido.
Por cierto, el Campeonato Nacional de Albures lo ostenta desde 2007 una mujer tepiteña: Lourdes Ruiz, comerciante que da talleres de albures, mayormente, para mujeres. “El albur –dice– consiste en genitales. De hombre y mujer. Han de decir: ¿por qué una mujer es la que da los talleres, También los hombres los dan, no vayan a creer… Pero por qué una mujer si estamos en un país lleno de machitos, ¿no? Tan sencillo: atrás de un hombre siempre hay una mujer”.
* Título de un libro de Noé Gutiérrez González, acerca del albur en el barrio de Tepito.
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