Escuchar hablar de vuelos espaciales comerciales nos puede evocar imágenes de multimillonarios excéntricos que pagan fortunas por unos minutos de ingravidez; las perspectivas de estos vuelos son mucho más serias, como la investigación científica.

Pensemos que en la actualidad un cohete sonda permite realizar experimentación durante unos 20 minutos en micro gravedad a un costo que ronda los ocho mil millones de pesos, pero con una frecuencia de solo un lanzamiento cada varios meses. Por otra parte, un vuelo parabólico en avión permite una frecuencia mucho mayor (varios vuelos diarios) a unos 96 mil pesos por asiento, pero apenas permite unos 30 segundos de micro gravedad. Un programa desarrollado de vuelos suborbitales comerciales podría aunar las ventajas de ambos métodos, permitiendo varios vuelos diarios con estancias prolongadas en micro gravedad (cuatro minutos) a un costo que podría rondar unos dos millones 400 mil pesos por asiento. Aunque el costo es aún elevado para un turista que quiera dar un paseo a 100 km de altura, sí que entra ya dentro del rango que pueden permitirse muchos proyectos científicos. La investigación atmosférica, la astronomía, la ingeniería de materiales, la medicina y la biología son áreas que podrían beneficiarse de este acceso regular a condiciones de ingravidez.

Por supuesto, a medida que se abaraten los costos la posibilidad del vuelo comercial se abrirá cada vez mas a los turistas, lo que garantizaría su rentabilidad. De hecho, estos vuelos no sólo se reducirían a travesías suborbitales, sino que podrían conducir al establecimiento de plataformas orbitales permanentes.

El turismo espacial está considerado por algunos autores como el siguiente paso en la carrera del ser humano hacia el espacio.

Una vez dejado atrás la era la de exploración y dentro ya de la explotación comercial, especialmente de satélites de telecomunicaciones y fotografías, el ser humano se ha adentrado por completo en el espacio, aunque sea “hasta la altura de los tobillos” como decía Carls Sagan.  Así Arthur C. Clarke lo explicó claramente: Dondequiera que hay algo extraño, algo bello o nuevo la gente querrá verlo.

Realmente si el turismo espacial no ha comenzado antes ha sido por la fortaleza económica de las dos principales potencias, Estados Unidos y Rusia, que no necesitaban ingresos adicionales. Fue tras la descomposición de la URSS y la crisis económica subsiguiente, cuando Rusia decidió aceptar la oferta de llevar un turista, es decir, una persona que viajaba por motivos no profesionales. Moscú vio con buenos ojos desde el principio la posibilidad de obtener varias decenas de millones de dólares de personas dispuestas a pagarlos por el viaje y la estancia; así podrían costear la totalidad o parte del lanzamiento.

En este punto existía una fuerte discrepancia entre Rusia y Estados Unidos, éste no quería ni necesitaba esos ingresos y temía convertir el caro y delicado complejo espacial de la ISS en destino para millonarios excéntricos. Ya antes se habían propuesto a la NASA varios viajes más o menos relacionados con el turismo, pero ninguno pasó de simples propuestas o conjeturas.

Afortunadamente para los posibles turistas espaciales, el fin de la Guerra Fría, la construcción de la  Estación Espacial Internacional y, sobre todo, la capacidad de llevar al espacio tres personas en una cápsula cuando sólo son necesarias dos, abrían la puerta a esta modalidad de ocio.

El primer turista espacial

Fue el magnate norteamericano y ex ingeniero de la NASA Dennis Tito el primer ser humano en viajar al espacio únicamente por placer y previo pago, lo que se considera un turista.  Tito pagó unos 20 millones de dólares a la Agencia Espacial Federal Rusa por el entrenamiento, el viaje y la estancia en la EEI. En cambio la NASA puso todo tipo de objeciones y su administrador, Daniel Goldin, lo calificó como “el capricho de un excéntrico”.

Tito entró en la Estación el 30 de abril de 2001, haciendo más o menos realidad una de las predicciones de Arthur C. Clarke en su libro. Regresó a la Tierra el 6 de mayo de 2001. Al aterrizar confesó: “acabo de regresar  del paraíso pese a estar agotado, sudoroso y tan débil que no pude salir de la cápsula Soyuz por mi propio pie como sí lo hicieron mis compañeros”. El 18 de mayo de 1996 la Fundación X Prize abrió la competición para crear vuelos espaciales turísticos al ofrecer el Premio Ansari X Prize con 10 millones de dólares en metálico a quien pudiera diseñar un aparato que llevara a tres tripulantes a más de 100 Km de la Tierra dos veces en menos de 15 días.

Viajes a gravedad cero

La empresa Virgin Galactic, propiedad del grupo Virgin, ha comenzado a ofrecer  vuelos espaciales hacia la órbita, los afortunados viajarán a más de 110 kilómetros de altura y disfrutar de la vista de la Tierra mientras flotan a gravedad cero. Todo comenzó con Elbert “Burt” Rutan, un ingeniero aeroespacial que, tras retirarse de la Fuerza Aérea estadounidense, fundó Scaled Composites en 1982, una empresa que desarrolla aeronaves experimentales, y en la cual Rutan creó el primer avión que logró dar la vuelta al mundo sin detenerse para recargar combustible.

Hasta que apareció el Anzari X Prize, una competencia que prometía premiar con 10 millones de dólares a la primera organización no gubernamental en enviar una nave tripulada al espacio dos veces en dos semanas, a una altitud de 100 kilómetros. Con 20 millones de dólares en financiamiento de parte de Paul Allen (el cofundador de Microsoft), Rutan creó dos naves: el White Knight One y el SpaceShip One, ambas en el material Carbon Composite. La primera funcionaría como un avión común hasta alcanzar los 16 kilómetros de altitud. La segunda, adosada al White Knight, se desprendería y comenzaría a funcionar con un combustible híbrido (mezcla de goma y óxido nitroso), hasta sobrepasar la órbita terrestre.

Finalmente, el 21 de junio de 2004, el SpaceShip One fue lanzado al espacio y rompió varios récords: fue la primera nave privada en órbita, la primera en alcanzar velocidades mach 2 y mach 3, en alcanzar 100 kilómetros de altitud y en ser 95% reutilizable. El 27 de septiembre y el 4 de octubre del mismo año, completó su segundo y tercer vuelo, conquistando así el X Prize. También conquistó uno de los problemas principales de la aeronavegación espacial: ¿cómo volver a tierra a salvo? Rutan resolvió esto diseñando la nave para que pudiera ponerse en forma de una pelota de badmington, para ingresar a la atmósfera en ángulo y evitar la fricción y el recalentamiento. El SpaceShip One planea hasta aterrizar por sus propios medios, sin necesitar que la controle el piloto o una computadora.

Tras el éxito, Rutan y Allen se aliaron con la empresa Virgin, propiedad de Richard Branson, para desarrollar Virgin Galactic, la primera empresa de vuelos aeroespaciales comerciales. Ahora, trabajan en el Spaceport America de Nuevo Mexico, Estados Unidos, para desarrollar las naves que reemplazarán al SpaceShip One y al White Knight, que esperan poner en órbita a los primeros clientes para este año. Unas 300 personas ya se anotaron para salir al espacio cuando se haga el primer lanzamiento de clientes, lo cual estiman que será en este 2011.

Los inscriptos pagarán 200 mil dólares por la reserva, aunque sólo los primeros en volar abonarán la suma completa: a medida que transcurran los vuelos, el precio bajará, promete Wilson. “No todos son millonarios, algunos se hacen financiar”. Los inscriptos oscilan entre los 23 y 83 años,  y están realizando pruebas a gravedad cero para averiguar si soportarán el viaje. El 94% aprobó los exámenes, incluyendo gente con problemas cardíacos y respiratorios. Por eso, creen que no habrá impedimentos de edades para viajar al espacio. Sólo no podrán hacerlo si los médicos determinan que su salud no se los permite.

El vuelo comercial durará un total de dos horas. Cuando lleguen al espacio exterior, los pasajeros estarán a gravedad cero, y podrán disfrutar de la visión de la Tierra, con una visibilidad de 15 kilómetros de distancia, durante unos cuatro minutos. Luego volverán a aterrizar.

Pero para eso deberán esperar que se completen los vuelos de prueba de los nuevos prototipos, el SpaceShip Two y el White Knight Two, que está completo en un 80%. Quieren realizar al menos 50 viajes antes de abrirlo al público. Razones no les faltan, ya que en 2007 sufrieron un accidente con el sistema de combustible.

Por otro lado la idea es crear una flota de nada menos que seis SpaceShipTwo y se plantean incluso ofertar vuelos suborbitales entre destinos que reducirían mucho el tiempo para llegar de un sitio a otro (por ejemplo ir de Estados Unidos a Australia llevará tan solo 90 minutos).

El SS2 será elevado hasta los 16 mil metros por el avión nodriza WhiteKnightTwo (WK2), momento en el que ambos vehículos se separarán continuando el SS2 ascendiendo con su propio cohete hasta situarse a 105 kilómetros de la tierra, momento en el cual comenzará el vuelo suborbital de unos seis minutos de duración. Pasado ese tiempo se producirá el regreso y finalmente aterrizará igual que lo hacen actualmente los transbordadores de la NASA.

Hace muy pocos años el ser humano aún se encontraba desarrollando los primeros cohetes balísticos (el mítico V2 dio el pistoletazo de salida) que posteriormente permitirían enviar objetos al espacio y ahora, transcurrido escaso tiempo de aquello, ya tenemos la primera nave espacial funcional construida enteramente con tecnología y capital privado.  El SS2 ya supera tecnológicamente en muchos aspectos a los vehículos espaciales “oficiales”, las naves rusas Soyuz y los transbordadores espaciales de los EE.UU. Por otro lado uno de los mayores escollos que actualmente tiene la carrera espacial es el tema económico y Virgin Galactic está demostrando que hay posibilidades reales de rentabilizar el espacio.

Datos curiosos:

Entre las primeras personas que le propusieron a Branson viajar al espacio fue el actor William Shatner, el diseñador  Philippe Starck, el ex guitarrista de Jane’s Addiction y Red Hot Chili Peppers Dave Navarro, la estrella de Alien Sigourney Weaver,  el director Bryan Singer, el músico Moby, Paris Hilton, y el astrofísico Stephen Hawking. También, el propio Richard Branson y algunos de sus familiares volarán al espacio en el primer vuelo comercial de VSS Enterprise, antes que cualquier persona. En 2006, Richard Branson ofreció al actor William Shatner un viaje gratis al primer vuelo espacial lanzado en 2008, ahorrándole a Shatner $200,000; sin embargo, Shatner no lo aceptó, y dijo, “Sí quiero ir ahí arriba, pero necesito que me garanticen que regresaré”.

En marzo de 2005, Doug Ramsberg, un local de Northglenn, Colorado, ganó un vuelo gratis suborbital abordo de Virgin Galactic, en un sorteo de  Volvo auspiciado por Virgin. En septiembre de 2006, Alan Watts, un empresario británico, indicó que pudo canjear 2,000,000 millas de viajero frecuente para un boleto a bordo del vuelo espacial de Virgin Galactic.

Virgin Galactic confirmó en octubre de 2008 que ellos habían rechazado una oferta, recibida durante el Congreso Internacional de Astronáutica, de $1 millón por parte de una empresa desconocida para rodar una película pornográfica en uno de sus vuelos.