Las persianas tienen su origen en el siglo XVIII, en Persia, donde se usaba un pedazo de tela para cubrir puertas, ventanas y bloquear el paso de la luz y el polvo. Su nombre deriva de la palabra francesa persienne, que significa “de Persia”.

No sólo sirven para iluminar u oscurecer la casa, sino que son una preciosa herramienta para la decoración. Al momento de iniciar los planes de renovar una habitación, hay que decidir si se desea usar unas cortinas de tela, persianas, toldos o estores. Los cuatro tipos se pueden usar en las ventanas, pero no ofrecen el mismo servicio.

La decisión de elegir una u otra persiana debe depender, sobreentendiendo el presupuesto, que la persiana cumpla con la necesidad concreta de la ventanas a cubrir; crear privacidad, decorar o proteger de los rayos solares. También debemos tener en cuenta que combine con la decoración general de la habitación. En este último punto miraremos mucho el color de la persiana, que debe hacer contraste con la tonalidad de la pared que rodea la ventana.

Se pueden utilizar tanto para interior como para exterior, las persianas han llegado a sustituir con el tiempo a las tradicionales cortinas de tela. Aunque desempeñan la misma función, hablando desde el punto de vista de un decorador, no se pueden comparar, ya que ofrecen sensaciones y ambientes distintos. El resultado es siempre un ambiente de confort y buen gusto.

Existen amplios portafolios de productos en lo que a decoración se refiere, donde se pueden encontrar líneas diferentes desde persianas motorizadas, enrollables, romanas, de madera, celulares, plisadas, de bambú, siguiendo con pisos de madera, cortinas, tapices y un extenso surtido de productos, para cada gusto y necesidad.