Una de las más poderosas Ciudades-Estado de la civilización maya fue Yaxchilán (“Piedras Verdes”, en maya). Es tan extensa y con tal cantidad de tesoros que con justicia podría ser considerada la verdadera joya arquitectónica de la Selva Lacandona.

El nombre actual de Yaxchilán fue impuesto recientemente, pero se cree que pudo haberse llamado Paí Chan (“cielo partido”). Sus gobernantes dominaron otras ciudades más pequeñas. E incluso rivalizó en poderío con Palenque (antes Otolum).

Sólo se puede llegar en avioneta, o por medio de lanchas que trasladan a los visitantes a través del caudaloso río Usumacinta, en un viaje de 25 minutos desde el embarcadero de Frontera Corozal. Este viaje constituye de por sí toda una experiencia, pues da la sensación de explorar territorios vírgenes. Y asÌ es, en cierto modo. Hasta hace un par de décadas no era tan sencillo como hoy llegar hasta el sitio, debido a que no había carreteras en al menos 150 km a la redonda.

Lo primero que llama la atención al llegar son las gigantescas ceibas de que está rodeada la urbe, en medio de la espesura selvática. Son tan grandes esos árboles que miden poco más o menos la estatura de °50 personas una sobre otra!, del suelo hasta la punta.

Igual que en Bonampak, Yaxchilán tuvo entre sus manifestaciones plásticas la pintura mural, excepto que como en muchos otros sitios arqueológicos, los murales no llegaron en buenas condiciones hasta nuestros días, por diferentes factores, sobre todo de tipo natural.

Se accede a la antigua urbe por la Gran Plaza, a través de un laberinto bellísimo y algo mayor que el de Toniná. Cuenta además en muchas de sus construcciones con dinteles, esculturas y estelas que narran la historia dinástica de la ciudad. Sobresalen los edificios 12 y 22 y la gran Estela 1, que se erige sobre la plaza, mostrando a Pájaro Jaguar IV.

Una inmensa escalinata comunica la Gran Plaza con la Gran Acrópolis, adornada por el Edificio 33, el más soberbio de la ciudad. En la escalera hay jeroglíficos con escenas de Pájaro Jaguar IV jugando a la pelota, cuya escultura decapitada se asienta también sobre los dinteles.

Una estremecedora leyenda lacandona advierte que cuando la cabeza de Pájaro Jaguar vuelva a su sitio, el mundo será devastado por los jaguares celestes. Inquietante, no?

Al partir, el visitante probablemente se sentirá sobrecogido por última vez ante la vista que ofrece, a modo de despedida, la inmensa ciudad maya junto al río.

Y quién sabe, tal vez se irá pensando en los jaguares celestes del fin del mundo, deseando que Pájaro Jaguar no recupere muy pronto la cabeza.

CONTACTO

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CÓMO LLEGAR

Desde Lacanjá Chansayab, se accede a la Carr. Fronteriza del Sur en dirección hacia Chancalá y se toma el desvío a Frontera Corozal, donde está el embarcadero.

COSTOS

Entrada general $ 55 m.n. Entrada a Frontera Corozal $ 56 m.n. Traslado en lancha $ 300 m.n. (6 pax.)

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