Marrakech es una ciudad que cambia a cada instante, tal y como las metrópolis occidentales lo hacen, pero conservando su encanto particular.

La magia no deja de estar presente en un lugar donde se entremezcla el misticismo y la cotidianidad. Donde la tradición marca los pasos de sus habitantes. Una metrópoli abierta al visitante y acogedora por naturaleza. Los olores y sabores nos transportan a un lugar encantado, brillante y majestuoso. Marrakech huele a hierbabuena y a exotismo. Una de las ciudades más coquetas del mundo árabe, durante siglos llamada “La perla del Sur”.

Su medina, repleta de historia y que forma parte de los Monumentos Patrimonio de la Humanidad, la vistosidad de sus calles, estrechas y entrecruzadas, el colorido zoco y la ajetreada plaza Djemaa El Fna, son los puntos clave de Marrakech. Aunque la mayoría de los edificios religiosos y mezquitas no son accesibles para los no musulmanes.

Qué ver y adónde ir…

La medina de Marrakech es la más extensa de todo Marruecos, con sus 600 hectáreas, y la muralla que la rodea mide 19 kilómetros de longitud, entre 8 y 10 metros de altura y un espesor que varía entre 1.60 y 2 metros. Por ser la piedra más escasa en la región se utilizó una especie de arcilla rojiza que el sol hace variar en tonalidades según el momento del día y que le dio a Marrakech su apodo de Ciudad Roja.

Dentro de la medina se encuentra la mayor parte de las atracciones turísticas de Marrakech:

Plaza Djemaa El Fna

La céntrica Plaza Djemaa El Fna puede tomarse como punto de partida para todos los recorridos. En ella se desarrolla la vida pública de Marrakech, tanto de día como de noche. Lo mejor de la Plaza de Djemaa El Fna es la transformación que va sufriendo en el transcurso del día. Por la mañana encontrará muchas cosas que le llamarán la atención: desde domadores de monos que se suben encima hasta encantadores de serpientes, pasando por dentistas exponiendo sus últimas piezas extraídas. Además de los extraños personajes, en Jamaa El Fna también encontrará multitud de puestos de zumo de naranja, especias, menta y caracoles. Según atardece, la plaza cambia totalmente. Al caer la noche desaparecen los tenderetes de la mañana y se llena de puestos de comida, músicos improvisados y espectáculos de diferente índole. Cualquier hora es buena para pasear por Djemaa El Fna y disfrutarla  recorriéndola a diferentes horas.

Gran Zoco

El gran zoco de Marrakech que sigue siendo, como desde hace cientos de años, un gran centro comercial, y el zoco de curtidores de cuero, con sus técnicas ancestrales de tratamiento de las pieles.

Hoy, como desde hace cientos de años, el zoco de Marrakech sigue siendo un importante centro comercial y artesanal.

Los zocos, llamados bazares en oriente y simplemente mercados o mercadillos en occidente, son una constante en las ciudades árabes. Desde tiempos remotos fueron el lugar de encuentro de las caravanas que viajaban por el desierto para comerciar, concluir negocios, encontrarse con otras tribus, beber té con amigos o incluso arreglar bodas. El zoco de Marrakech es el mercado más grande de todo el Maghreb y se puede acceder a él directamente desde la Plaza Djemaa El Fna. Inmediatamente se percibe el bullicio y la animación en las callezuelas, algunas cubiertas por lamas de madera para protegerse del sol, donde comerciantes y artesanos intentan cada día hacer su negocio con locales y turistas.

Un poco de historia

La palabra zoco, souk en árabe, designa “un gran desorden” y podríamos pensar que el término es más que acertado para definir esta zona tan efervescente y ruidosa donde nada parece seguir ninguna regla. Sin embargo, los zocos fueron desde siempre mercados muy ordenados que respondían a una organización social y geográfica de diferentes corporaciones de artesanos, vigente aún hoy después de más de ocho siglos de existencia.

Museos – Los museos de la ciudad: el Museo de Marrakech, el Museo Dar Si Said y la pequeña Casa Tiskiwin, todos dedicados al arte tradicional marroquí.

Edificios – Remarcables, como el Palacio Real, residencia oficial del rey de Marruecos cuando visita la ciudad (no está abierto al público), el deslumbrante Palacio de la Bahía y la Medersa Ben Youssef con su mezquita, que fuera la escuela coránica más importante del Maghreb.

Katubia – En Marrakech hay lugares de culto con un gran valor cultural como la Katoubia, el emblema de la ciudad. Llama la atención por su color rosado, el color original de los ladrillos con la que se construyó. El alminar de la Katoubia mide unos 70 metros y sigue la ley de las proporciones almohade: la altura es cinco veces la anchura de la construcción. La entrada al interior de la Katoubia está prohibida a los no musulmanes por ser un edificio de uso religioso. La mezquita fue construida a mediados del siglo XVI, situada en el noroeste de la medina, dando con la calle de Bab Doukkala, es utilizada para dar grandes recibimientos a jefes de Estado en visita oficial.

Otras atracciones

Las ruinas del Palacio Badi y la qubba almorávide, una preciosa fuente con varios siglos de antigüedad. Las laberintosas calles de la medina a menudo esconden tras los muros desnudos confortables residencias en torno a cuidados jardines: son los típicos riads, normalmente convertidos en hoteles, que ofrecen una opción más “tradicional” para hospedarse que los lujosos hoteles de las afueras.

Más que una ciudad, Marrakech es una perla pulida por la historia.

Gastronomía

La comida en Marrakech tiene una gran fama internacional de mezclas de sabores exóticos, fuertes y especiados. Suculentos a la vista del visitante y apetitosos en su paladar. Las digestiones suelen ser pesadas, pero no por ello hay que dejar de probar estas delicias culinarias.

Existe un plato característico, éste es el cus-cus. Con una infinidad de posibilidades de guiso, este suculento plato consta de una pasta de sémola, harina de trigo, que se cocina al vapor. Se cocina en un recipiente de barro (cuscusera). En el fondo se colocan las verduras condimentadas con especias y en la parte de arriba se pone la pasta de sémola del cus-cus. Legumbres y carne tienen su preparación aparte con la salsa adecuada.

En Marrakech se suele evitar el sabor picante y se decantan más por la suavidad en sus aromas y sabores. 

La especialidad más popular es el cus-cus Saykout. Esta modalidad tiene como peculiaridad que se cocina con mantequilla y con leche batida (“Lben”). A diferencia del resto, este cus-cus es un plato que se sirve frío y es muy consumido en los meses de verano donde el calor es sofocante. 

En cuanto al beber, pese a que el consumo de alcohol no está muy bien visto, no por ello podemos dejar de encontrar restaurantes y locales donde se nos servirán cervezas, vinos y otros licores. No obstante, si lo nuestro es conocer las bebidas típicas del lugar, no podemos dejar de probar una taza de té verde moruno, para beber sólo e incluso acompañar los platos tradicionales de la gastronomía marroquí.