COMUNIDAD | Tiempos modernos
Algunas personas debemos aspirar y exhalar varias veces antes de asomamos a los mensajes escritos de nuestros hijos. Ya sabes: esos textos de cinco palabras o menos, con un nivel de encriptamiento digno de espía alemán de la Segunda Guerra. Sin embargo, antes de arrojarnos al suelo a implorar ¿por qué, Señor, nos has abandonado?, deberíamos recordar que el lenguaje adolescente no es sólo una herramienta de comunicación, sino identidad y reconocimiento. Y el universo digital al que se enfrentan ofrece y exige al mimo tiempo un lenguaje propio.
Ahora bien, ¿de qué está hecho el lenguaje de los llamados nativos digitales? Por principio, se trata de una comunicación rica en abreviaturas. Sustituyen vocales por números o signos matemáticos. Combinan extranjerismos y abandonan sin remordimiento los signos de puntuación. Ejemplo: “2 k dics”, es igual a “¿tú qué dices?”. También incluyen emoticons (composición ingeniosa de caracteres, legibles si giras la cabeza). Y nadie puede negar que es más sencillo escribir :O que “pero cuán grata sorpresa es ésta que nos has dado”.
Así que no te asustes ni hagas dramas. No es el fin de la lengua. Piensa que el modo en que escribimos y hablamos hoy, mataría de consternación a nuestros lejanos ancestros del siglo XV. Y aún así, sobrevivimos.
Si no nos crees, échale un ojo al modo en que pudo haber escrito tu tatarabuela hace 500 años, para quejarse de quien pronto habría de ser tu tatarabuelo: “¡Jesu! No oyga yo mentar mas esse loco, saltaparedes, fantasma de noche, luengo como cigüe.a, figura de parlamento mal pintado; si no aqui me caere muerta. Este es el que el otro dia me vido y comenco a desuariar comigo en razones, haziendo mucho del galan”.
¿Ah, verdad?.
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