VIDA NOCTURNA

Tras el alma de un borracho

“Agua de las verdes matas,

tú me tumbas, tú me matas,

tú me haces andar a gatas…”

Muy pocas han logrado escapar en este mundo a las garras del vicio maldito. Pero los tropezones y el modo en que uno tropieza suelen ser reveladores (a veces más de los que nos convendría) de quiénes somos… o creemos ser. Porque como todo mundo sabe, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

El amistoso. Una dulzura. Abraza a Todomundo (casi siempre sin maldad), te llama “hermano”, mientras llora y repite una y otra (y otra y otra y otra vez) que te quiere un ch… Es molesto, pero sincero… a menos que lo veas abrazar, también con efusividad, hasta al pobre señor de los hot dogs.

“Ay, Diosito, si en la borrachera te ofendí, en la cruda me sales debiendo”

El romántico empedernido. Más molesto que un chicle en el zapato. No importa si eres el motivo de su ensoñación sentimental o sólo el hombro sobre el que llora. Aléjate. O terminará por pedirte matrimonio.

El DJ. El alma de la fiesta… o su espíritu chocarrero. Sabes que ya se le pasaron las cucharadas cuando lo ves apoderarse del control de las bocinas. Es inofensivo… al menos hasta antes de la quincuagésima séptima vez que repite la misma canción. Hora de irse.

El rey de la pista. Primo hermano del anterior. Sobrio no hace ni gimnasia, pero con una copa de más no para de sacarle brillo a la pista e involucrar a cuanta despistada se cruce en el camino. Un día de éstos terminará por ser el trend topic de Youtube. Pero no le va a gustar.

El filósofo y poeta. Suele decir cosas raras y sabe más nombres famosos que éxitos de Juanga. No suele ser peligroso. Pero obviamente alguien debería recordarle dónde está.

El dormilón. Buenooooo… ¿Sí? Por favor, que alguien regrese a buscarlo. Lo encontramos hoy en la mañana, dormido en uno de los baños.