¿Sabías que el balbuceo de un bebé puede ser la base para que aprenda a leer? Empieza a creerlo.
Los bebés entienden lo que escuchan, incluso, mucho antes de poder hablar. Las partes de su cuerpo que intervienen en el habla (laringe, cuerdas vocales, labios, dientes) aún necesitan desarrollo. Y práctica. Mucha práctica. Pero mientras tanto, el balbuceo puede ser una fuente enorme de conocimiento para el niño o la niña. Mucho más si se les ayuda, digamos, a “balbucear mejor”. ¿Cómo? Afinando su oído.
Jackie Novela, especialista en educación preescolar y guía Montessori desde hace más de 15 años, explica que una pequeña hormiga a la que el niño observa con interés no es distinta para él de, por ejemplo, el sonido de la letra ge.
“Hay que ayudarlo, con amor, a afinar su oído y dar sentido a su balbuceo. Por ejemplo: mostrarle que ese gugguguggg que balbucea puede pronunciarse como ggggg y jugar a mostrarle formas que comiencen con ese sonido: un gato, una gota, una gallina. El bebé comenzará a relacionar el sonido con las palabras, con sus significados y, muy pronto, hasta con las letras”.
Niñas y niños tienen toda la curiosidad y ganas de saber, de conocer. Más bien suele ser la gente adulta la que no los cree capaces, la que los limita.
En el Instituto Montessori de Desarrollo Educativo (IMDE), tanto en la Casa de los Niños (preescolar) como en la Casa Taller (primaria), se ayuda a niñas y niños a desarrollar sus múltiples inteligencias: aprenden inglés, arte, siembran y comen lo que cosechan, hacen yoga… Todo, para darles herramientas con las cuales percibir, expresar y construir ese mundo que, sin duda, todos anhelamos (y tanto necesitamos).
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