Por: Carlos A. Jiménez | biosfera10@hotmail.com

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Nuestra soberbia nos impide ver que nuestra existencia es efímera en el concierto universal, que sólo estamos de paso y que a menos que nuestras acciones sean trascendentes contribuyendo al proceso de evolución de nuestro planeta, esa existencia solo paso de largo, sin pena ni gloria.

Hoy, los cambios que sufre nuestra Tierra están a la vista, quizá los serviles de siempre sean los únicos que no los aceptan ni quieren verlos, empeñándose en tapar el sol con un dedo, pero el proceso sin duda ha iniciado

Las nuevas generaciones conocerán un planeta totalmente distinto geográficamente al que hoy conocemos, tierra donde antes había agua, agua donde antes había bosque.

Nuevas especies animales que surgen ya de distintos rincones del planeta, cambios radicales en la composición de lagos, mares ríos y lagunas…. Solo es el inicio.

Así las cosas

Sobre estos cambios quizá valga al pena resaltar lo que acontece en el cono sur de nuestro continente, donde a diario la madre Tierra se estremece sin que hasta el momento los estudiosos sepan con certeza las causas de esta actividad  en la Patagonia.

Y precisamente a causa de uno de estos sismos, parece ser el motivo de la aparición de una amplia franja de aguas más claras en el lago “Nahuel Huapi”, a cuyas orillas se levanta Bariloche, el mayor centro de turismo de invierno de Argentina. Un fenómeno similar ocurrió en otro lago argentino luego del sismo que arrasó con poblaciones chilenas a principios del año pasado.

Del otro lado del mundo, en Australia, las peores inundaciones de su historia, han modificado, quizá permanentemente a decir de los científicos, el hábitat de cientos de especies animales ante la sorpresa de los habitantes  australianos.

En Europa y Asia, el derretimiento de glaciares ha modificado los ecosistemas con efectos irreversibles, climas “Eternamente fríos” hoy pasan a ser templados. Tan solo basta recordar los incendios forestales en Rusia  hace unos meses y la elevación sin precedentes de la temperatura arriba de los 40 grados Celsius, registros nunca antes obtenidos en la gélida ex Unión Soviética.

Innegablemente nuestro planeta está cambiando, y el tiempo pasa  y aun hay quienes se rasgan las vestiduras en interminables discusiones  sobre si atribuir al “calentamiento global” estos efectos o a un “cambio climático” precursor de modificaciones mayores a mediano plazo.

El reto para los seres humanos, a decir de muchos, será la adaptación a estos cambios, con un cambio radical de conciencia, donde la razón prevalezca y la relación armónica con los elementos que componen a la naturaleza sea la tónica del rumbo a seguir.

Por otra parte

Y cuando parecía que no había nada más por conocer, que todo ya estaba descubierto, nuevas especies animales maravillan a los científicos.

Increíbles especímenes dotados por la naturaleza con una impresionante capacidad de adaptación en ambientes inimaginables para que la vida se manifieste, lo que derrumba postulados retrógradas de que sólo en nuestro planeta se manifiesta la vida misma.

Y tan solo por mencionar algunas de ellas llama la atención “El pez que come madera”, descubierta por una expedición científica que encontró en la Amazonia este extraño animal de 70 centímetros de largo, al que los pobladores indígenas denominan: “Crachama gigante”. Se caracteriza por tener los dientes en forma de cuchara para raspar los troncos de árboles que caen al agua.

Se cree que existen alrededor de una docena de especies de peces que comen madera distribuidos en las grandes cuencas hidrográficas de Sudamérica.

Otra de las especies potencialmente nuevas descubiertas en julio del año pasado por una expedición científica en la costa atlántica de Canadá es el llamado “Pulpo púrpura”. La expedición utilizó un vehículo operado por control remoto y realizó inmersiones a una profundidad de 3.000 metros para conseguir dar con una especie tan exuberante.

También en Asia, un equipo internacional de primatólogos descubrió en el norte de Myanmar (Birmania)al que llamaron: Rhinopitecus Strykeri o  “Mono de hocico chato”.

Es relativamente fácil de detectar, ya que estornuda repetidamente cuando llueve, y para evitar la entrada de agua de lluvia en la nariz, estos monos suelen pasar los días lluviosos sentados con la cabeza entre las rodillas

Aunque la especie es nueva para la ciencia, no lo es para los cazadores de la zona, que lo llaman “nwoah” -o “mono con la cara vuelta hacia arriba”, en el dialecto local.