La ciudad madre
Algunos dirían que con su belleza rústica es realmente la madre de todas las ciudades.
Playas, paisajes, arquitectura, cultura, profundidad histórica es lo que brinda esta importante ciudad Sudafricana. Situada sobre la costa sur de la Bahía de la Mesa Verde, Ciudad del Cabo fue fundada por los holandeses en 1652 y es la ciudad más antigua de Sudáfrica.
Es asombrosa en todos sus flancos: su gente, su estética urbana, sus maravillosos paisajes, la movida cultural, su oferta gastronómica y sus viñedos.
Cosmopolita a rabiar, Ciudad del Cabo podría imaginarse como un gran rompecabezas en el que las piezas llegan desde los cinco continentes. Porque está en Africa, pero conserva algo de Europa, copia un poco a Estados Unidos, no oculta su influencia asiática e incluye, también, geografías que parecen australianas.
La Ciudad del Cabo tiene lugares históricos que se pueden visitar como son: la Gran Iglesia, el Gran Parade, la Catedral Saint George y el Parlamento. La zona central, denominada Cuty Bowl, acapara los puntos más atractivos de la localidad. El Castillo de Buena Esperanza fue edificado entre 1666 y 1679 y es una de las construcciones de mayor antigüedad del sur del continente.
El Alojamiento del Esclavo, es el segundo edificio más viejo en el Pueblo de Capa, ha servido para muchos propósitos en sus casi tres siglos. Originalmente fue empleado como alojamiento para los esclavos de la Compañía Oriental holandesa de India, además de ser la primera oficina de correos, una biblioteca y Tribunal Supremo.
Los monumentos nacionales tales como Onze Molen, junto con el Molino de Mostert en Mowbray, uno de los pocos molinos de viento originales todavía existente en Ciudad del Cabo, y en numerosas iglesias viejas en Durbanville y Parow, reflejan los orígenes holandeses de parte de colonizadores en el área de Tyberg.
El punto más turístico de Ciudad del Cabo es el Victoria & Alfred Waterfront, un muelle que nació de un plan privado multimillonario, basado en ideas del proyecto del puerto de San Francisco y del Boston’s Quincy Market. La elegancia es el rasgo principal de este sitio que, además de puerto, tiene tiendas, restaurantes, hotel, teatro y un túnel submarino de vidrio que muestra la vida acuática.
No muy lejos de allí, el barrio malayo de Bo-Kaap es un suburbio que convoca a las almas bohemias; un paraje para recorrer a pie fotografiando coloridas casas de techos chatos, aprovechando quizás para comprar especias aromáticas de primera calidad. En Bo-Kaap hay también varias mezquitas y un pequeño museo instalado en una casa de época. Hout Bay constituye una excelente posta para el almuerzo. Es que este atractivo pueblo pesquero, a unos 30 minutos en auto al sur de la ciudad, se destaca por su célebre mercado de pescado fresco y sus restaurantes con vista a la bahía, donde, claro, los platos de mar son la especialidad.
Después de un viaje placentero por la carretera despejada que bordea la costa atlántica, se llega al extremo más meridional de la península, el sitio del cual es probable que el viajero se lleve las fotos más espectaculares.
Es realmente bello el Cabo de Buena Esperanza, con su inmensidad, su costa borrascosa y el fantástico contraste entre la roca y un mar tan azul. La punta forma parte de la enorme Cape of Good Hope Nature Reserve, una zona protegida de una diversidad floral increíble que funciona además como reserva animal. Hay antílopes grises, cebras de montaña y monos.
La noche de Ciudad del Cabo ofrece muchas atracciones y unas cuantas sorpresas. Una buena experiencia es tomar un tour musical por alguno de los asentamientos periféricos, como el barrio de Langa. La excursión comprende la visita a una escuela de música, un alegre agasajo gastronómico en una casa de familia y, como cierre, un par de tragos en un pequeñísimo y modesto bar, donde las marimbas y lo más puro del african jazz están a la orden del día.
La laureada vitivinicultura sudafricana se deja conocer bien de cerca en Ciudad del Cabo. En Sudáfrica hay nada menos que 12 rutas vitivinícolas. Las degustaciones y las incursiones al corazón de las bodegas redondean una experiencia memorable.
Stellenbosch es la más famosa y antigua de estas rutas. A menos de una hora del centro de la ciudad, abraza 22 fincas y bodegas. Los expertos recomiendan el Sauvignon Blanc y la variedad tinta Pinotage, un corte sudafricano, mezcla de Pinot Noir y Heritage.
El camino reclama unas cuantas paradas. Una de ellas es Spier, un sofisticado establecimiento que incluye viñedos, restaurante, bar de vinos, hotel y hasta un parque de chitas. La otra es Franschhoek, un diminuto centro fundado en 1668. Con estilo francés y aire de aldea, atesora el elegantísimo Huguenot Memorial y una buena lista de restaurantes, ideales para almorzar al aire libre mirando los viñedos.
Oriente, Occidente y Africa están presentes en la cocina de Ciudad del Cabo: especias, pollo, mariscos, cordero, cerdo, carne de res, avestruz, venado y platos más exóticos.
En Ciudad del Cabo hay, desde luego, mucho más. Por ejemplo, sus grandes playas, aptas para bañarse, pero especiales para navegar o practicar surf. Se destacan Seapoint, Clifton, Camps Bay y Llanduno.
En medio de fuertes contrastes, Ciudad del Cabo combina la intensidad de los horizontes africanos con el más luminoso despliegue urbano, una verdadera sorpresa en la que la diversidad cultural brilla en un paisaje bendecido por la riqueza natural.
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