La zona estuvo en un pasado poblada por aves de maravillosos colores, llamadas “quetzales” y ese es precisamente uno de los orígenes del nombre de esta población: “lugar abundante de quetzales”, cuyas plumas eran entregadas al pueblo azteca como tributo desde los tiempos del emperador Axayácatl, en 1475.

Uno de los principales atractivos por su posición geográfica son las cascadas, ríos y cuevas de la sierra poblana, que se mantiene esplendorosamente verde todo el año.

Destacan edificios coloniales como la Parroquia de San Francisco y la Capilla de La Purísima Concepción o de La Conchita. Un lugar al que se puede acudir para observar la vestimenta de los habitantes autóctonos, artesanías y objetos de origen prehispánico, es el Museo Etnográfico Calmahuistic.

Cerca de Cuetzalan se encuentran cascadas y lagos, cuyas aguas transparentes incitan a nadar y explorar cavernas.

En cada rincón de las calles empedradas que huelen a antaño, se asoma un hermoso paisaje que invita a recorrerlas y a descubrir su entorno.

En una breve caminata de bajada entre densa vegetación de montaña, se llegará hasta las cascadas de Las Brisas y se antojará meterse a nadar. Por esos rumbos se encuentra el río Las Hamacas, sede de la primera planta hidroeléctrica de la zona. Hay cascadas y pozas para nadar.

La zona arqueológica de Yohualichan, a ocho kilómetros, da una idea de la grandeza totonaca. Sólo se encuentra rehabilitado un puñado de construcciones, así que el recorrido es rápido. En los alrededores están las grutas de Chivostoc y de Ampolihui, las cascadas del río Apulco y el Salto de la Gloria, que caen en un profundo y estrecho cañón.

A tan sólo siete kilómetros, en Yohualichan, se encuentra una zona arqueológica similar a El Tajín de Veracruz, construida por las culturas totonaca y otomí.

Comida típica 

Sus habitantes producen uno de los cafés más aromáticos y reconocidos del país.

Esta zona de la sierra combina elementos indígenas y españoles, el resultado: deliciosos platillos como la cecina ahumada, más gruesa, dura y sabrosa de lo normal y el caldo de nahuatlaca con hongos y tlacoyos -una especie de gorditas rellenas de alverjón cocinadas con hoja de aguacate y con un exquisito sabor a anís-. En el tianguis de los domingos se encuentran los tamales pulacles rellenos de verduras y envueltos en hoja santa o en hoja de aguacate. Es común también el pan de rodeo y por supuesto café fresco, derivado de los abundantes cultivos de la región. En cuanto a bebidas, está el vino local obtenido de las frutas maracuyá y yolixpan.

Lo que no debe de faltar en la maleta

Repelente de moscos y zapatos cómodos para las caminatas y el lodo de las cascadas, impermeable y suéter, pues la niebla baja al caer la noche y son comunes las lloviznas.

Cómo llegar

De Puebla, llegar por la carretera 129 a Libres, tomar el entronque con la carretera estatal 575.