un romance, una rebeldía, una leyenda…

Al consumarse la Independencia Agustín de Iturbide hace la entrada triunfal y retratada en una acuarela de autor anónimo llamada “Entrada del ejecito Trigarante” se aprecia a un lado una casa con balcones de bronce y mantas de terciopelo, es la “Casa de los Azulejos”.

En la época del siglo XVI cuando las vestimentas se caracterizaban por el apretado corset de las damas y los condes, virreyes y nobles habitaban nuestro México existía un hombre llamado Damián Martínez quien desesperado por presiones económicas que lo fatigaban decide vender su casa ubicada en ese entonces en la calle de Plateros, colindando con la Plaza de Guardiola a Diego Suárez de Pedrero quien se mudó con su esposa e hija la Srita. Graciana Suárez de Pedrero.

Justo al lado de la casa y colindando con el callejón de la Condesa vivía  Rodrigo de Vivero y Aberucia junto a su hijo Luis de Vivero con quien Graciana llevaba una amistad.

Graciana y Luis deciden casarse y hacer las reparaciones necesarias para unir las casas mientras Luis de Vivero se convertía en el  Segundo Conde de Valle de Orizaba.

Al poco tiempo tienen a un hijo que cuando llega a una edad joven, se dedica a gastar el dinero sin tener un fin y su padre Don Luis cansado de ver esa actitud trata de darle una lección diciéndole “Hijo, tu nunca iras lejos, ni harás casa de azulejos”.

Pensando en las palabras que su padre le había dicho y en el repentino fallecimiento de este pide ayuda a Diego Durán con quien recubrió de azulejos no solo la fachada sino también los arcos, columnas, rodapiés y hasta las cornisas de puertas y ventanas de la artesanía poblana llamada talavera.

Tras la eliminación de todos los títulos condales, los escudos nobiliarios son borrados de las fachadas de las casas y el escudo de los Vivero y Suárez de Pedrero no son la excepción.

Es vendida a un abogado de apellido Martínez de la Torre en 1871, tras la muerte de este, la propiedad es habitada por Yturbe Idaroff quien le da el último uso residencial y la pone en renta a Jockey Club uno de los lugares más exclusivos de la elite porfiriana de ese entonces, al mismo tiempo la calle que se había convertido en una de las principales de la ciudad comenzaba a transformarse.

Para 1917 los hermanos Walter y Frank Samborn y establecen una cafetería que se convierte en una de las más concurridas en ese entonces.

Es entonces cuando con la ayuda del concepto que los hermanos Samborn traían se lleva a cabo una remodelación por casi 2 años agregando un restaurant, tienda de regalos, revistería y tabaquería  a dicha cafetería lanzándola desde 1919 y hasta finales del siglo XX como el restaurant más concurrido de la ciudad.

En la actualidad “La Casa de los Azulejos” forma parte de la cadena Samborn´s y se encuentra ubicada en la calle Francisco I. Madero y Cinco de Mayo en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

En tu próxima visita por la ciudad no puedes dejar de conocer esta casa que desde el 9 de febrero de 1931 es declarada Monumento Nacional de México, claro sin olvidar tomar un buen café.