Desde que nacemos, nos vemos envueltos en situaciones que nos obligan a crecer. Las llamamos crisis. La palabra crisis deriva del griego Krinein, que significa “decidir”. Y así es. En una situación límite, tarde o temprano nos vemos obligados, precisamente, a decidir cómo cambiar.

Según el filósofo y psicopatólogo Karl Jaspers, las situaciones límite son: la muerte, la culpa, el azar, la enfermedad y el sufrimiento. Porque todas ellas nos confrontan, con nosotros mismos y con el mundo. No obstante, si sabemos lidiar con ellas, es probable que las crisis nos conduzcan a algo bueno. Porque empujan nuestros límites y nos llevan más allá, incluso, de lo que pensamos que somos. Es decir, nos obligan a crecer y madurar.

En medio de una crisis, conviene tener presentes algunas nociones:

1. El ser humano tiene una capacidad innata para crear problemas. Pero también para resolverlos. No importa cuán olvidada la tengas, esa capacidad está también en ti.

2. Reordena tus prioridades. Busca lo esencial.

3. Deja de lado lo superfluo. Quédate con personas y relaciones que realmente te interesan.

4. Vive con plenitud. Aun en la enfermedad, la vida ofrece motivos para la dicha, sin importar lo que dure. Cada minuto contiene en sí mismo el milagro de la vida.

5. Comprométete contigo. Desarrolla tu espíritu. Busca la belleza, cultiva tu vida interior, procura el amor y la empatía. Una caminata entre los árboles puede, a veces, hacer tanto por nuestro espíritu como una creencia religiosa.

La crisis te ofrece la oportunidad de generar nuevos recursos, de rehacer o replantear tu sentido de la vida, y descubrir mejor que antes de la crisis, quién eres y puedes llegar a ser.