La ciudad, sin árboles
COMUNIDAD
Hay quienes todavía recuerdan a la vieja ciudad. Cuando la gente iba a nadar a las pozas por el rumbo del Magueyito, de Cerro Hueco o del Jardín Botánico (donde hubo manatíes, por cierto). Cuando los árboles crecían incluso fuera de los patios: en camellones y banquetas, y prestaban a Tuxtla sus servicios: regulación de la temperatura ambiente, retención de agua y un suelo rico y firme, por ejemplo.
Hoy nada de eso existe ya. O casi.
La ausencia de políticas públicas, la pobre visión de sucesivas administraciones municipales, la avaricia de los constructores y el proverbial desinterés de los tuxtlecos por el patrimonio público cambiaron todo. Los ríos se convirtieron en drenajes a cielo abierto, las fuentes en criaderos de moscos, los parques en ruinas, y los árboles en obstáculos a los que es preciso combatir, no sea que de un ramazo o un frutazo inoportuno un pobre automóvil resulte lastimado; o peor: que tengamos que contratar jardineros, ¡con lo alto que está el salario mínimo!
Mundo al revés
Incluso en términos económicos, la lógica funciona siempre de modo extraño en la capital de Chiapas.
Los árboles proporcionan valiosos servicios para vivir mejor (además de los mencionados más arriba: aire fresco, sombra, paisaje agradable…). Por eso en otros lugares, una propiedad con calles arboladas suele valer mucho más. En Tuxtla, no. Aquí la plusvalía la dan los centros comerciales, no los árboles y, desde luego, no la calidad de vida de un lugar.
Esperanza
Con todo, algunas iniciativas recientes (el rescate de un teatro céntrico y del parque Joyyo Mayu, por ejemplo) dan cuenta de que algo está cambiando en Tuxtla. A lo mejor estemos ante un nuevecito, recién estrenado, sentido de ciudadanía. Falta ver si esa consciencia alcanza también a las autoridades. Ojalá.
Por lo pronto, ojalá alcance para sembrar, otra vez, cupapés, mangos, chicozapotes, guanábanos, aguacates, pochotas… Para que la primavera vuelva a Tuxtla, como antes, como siempre debió ser: con columpios, tan bonitos, colgados de la rama más cercana.
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