El uso de la energía nuclear, plantas nucleares y de la invención de la bomba atómica han creado un gran peligro de contaminación para el planeta y sus habitantes.

Las pruebas más peligrosas son las que se realizan en la atmósfera y que con la fuerza producida por la explosión de bombas nucleares originen un aumento considerable de temperatura y la producción de gases, que después con la acción del viento y las lluvias éstas son arrastradas a otros lugares afectando a la tierra cuando caen al suelo, ya que contaminan cultivos y las aguas de los lagos, ríos y mares. A este tipo de contaminación se le llama contaminación radiactiva indirecta, la cual se encuentra en las cadenas alimenticias, empezando por el suelo y de ahí se esparcen a toda la tierra, plantas y los animales ocasionando degeneraciones genéticas en las especies, y llega al hombre por los alimentos contaminados que consume; uno de los principales medios de contaminación por estroncio 90 en los niños es la leche.

La contaminación radiactiva normalmente es el resultado de una pérdida del control sobre los materiales radiactivos durante la producción o el uso de isótopos. Por ejemplo, si un radioisótopo utilizado en imágenes médicas se derrama accidentalmente, el material puede difundirse por las personas que lo pisen o se expongan demasiado tiempo a él. La contaminación radiactiva puede también ser el resultado inevitable de determinados procesos, tales como la liberación de xenón radiactivo en el reprocesado de combustible nuclear. En los casos en los que el material radiactivo no puede ser aislado, puede ser diluido hasta concentraciones inofensivas. La lluvia radiactiva es la distribución de contaminación radioactiva generada por una explosión nuclear. La confinación es el medio para que el material radiactivo no actúe como contaminación radiactiva. Por lo tanto el material radiactivo que se encuentra en envases especiales y sellados no constituye propiamente contaminación, aunque las unidades para su medición puedan ser las mismas.

En la práctica no hay nada que tenga radiactividad cero. No sólo el planeta entero está bombardeado por rayos cósmicos, si no que toda criatura viviente en ella contiene cantidades significativas de Carbono-14 y la mayoría (incluidos los humanos) también de Potasio-40. Estos pequeños niveles de radiación no son más dañinos que la luz del sol. Pero al igual que una excesiva insolación puede ser peligrosa, también lo pueden ser los niveles excesivos de radiación.

EFECTOS GENERALES DE LA CONTAMINACIÓN

Los agentes contaminantes dañan todos los tejidos orgánicos animales, pero sobre todo aquellos que pertenecen al sistema nervioso y al aparato respiratorio.

Causan enfermedades respiratorias (bronquitis, laringitis, asma, etc.) y trastornos neurológicos (mareos, dolores de cabeza y otros), manifestaciones cancerígenas e incluso alteraciones genéticas.

En el medio ambiente, la principal acción de los agentes contaminantes se traduce en lluvias ácidas o radiactivas, destrucción de las capas altas de la atmósfera (que protegen la vida terrestre de las radiaciones solares perjudiciales), aumento gradual de la temperatura del planeta, desarrollo de organismos patógenos (virus o bacterias), etc.

Otras formas de contaminación la encontramos como consecuencia del empleo de la energía nuclear (contaminación radiactiva) y de materiales necesarios para lograrla (uranio, plutonio), lo cual afecta de forma negativa al medio aéreo, acuático y terrestre. La contaminación nuclear es el resultado de explosiones atómicas, de desechos radiactivos de hospitales, centros de investigación, laboratorios y centrales nucleares y, ocasionalmente, de los escapes radiactivos.