El verde siempre estará de moda

EL VERDE NUNCA PASARÁ DE MODA

La tecnología basada en la naturaleza

La naturaleza siempre ha sido la mejor maestra del hombre, observándola se aprenden las reglas de la vida. Como buenos alumnos los hombres se han basado en sus enseñanzas para cumplir sus más grandes sueños y para encontrar soluciones a sus problemas.

Volar es uno de los más viejos anhelos de la humanidad, esa sed de surcar los cielos probablemente surgió cuando los primeros hombres vieron a las aves volar sobre sus cabezas. Por ello no debe sorprendernos que ya desde el siglo XV Leonardo Da Vinci realizara tratados de aeronáutica observando el vuelo de las aves.

De la reflexión sobre lo que nos rodea para crear instrumentos que ayuden al desarrollo de las sociedades ha surgido toda una ciencia llamada Biónica. Desde el velcro, inspirado en los ganchos o pequeñas espinas de los que se sirve la cubierta de la flor de bardana para pegarse al pelaje de algunos animales, hasta el radar, basado en la ecolocalización que utilizan los murciélagos para orientarse, son algunos de los inventos que esta ciencia ha permitido.

Otro ejemplo de los avances tecnológicos de la Biónica es el tren bala de Japón. La estructura de este medio de transporte imita al pico de las aves pesqueras llamadas alcedines, que pueden sumergirse rápidamente para cazar peces haciendo poco ruido, con ello el tren reduce la contaminación sonora y aumenta su velocidad hasta un 10%. Las aspas de los molinos eólicos que sirven para generar energía eléctrica tiene su origen en las aletas del pecho de las ballenas jorobadas y el principio de la impermeabilidad de la flor de loto para repeler el agua en tejidos, como los productos GreenShield.

El campeón olímpico Michael Phelps utiliza un traje especial de nado que está diseñado imitando la piel de los tiburones para ser menos resistente al agua

Basado en la ventilación de las construcciones superficiales de las colonias de termitas del continente africano, el arquitecto Mick Paarce diseñó el Centro Eastgate, en Zimbabwe. Con la imitación de la naturaleza el hombre no sólo ha mejorado su tecnología, también ha aprendido a admirarla y respetarla, pues nadie más sabia que la creadora de todo.