Lic. Raúl H. Cano Monroy | Historiador de arte, especialista en arte moderno y exvotos mexicanos.

Testimonios del poder sobrenatural

Cuando el ser humano atraviesa por una aflicción recurre a seres sobrenaturales solicitando ayuda, si la deidad escucha la plegaria y accede a dar respuesta, acontece el “milagro”y el creyente en correspondencia lleva una ofrenda ante la imagen sagrada a la cual se solicitó auxilio. Esta ofrenda se llama exvoto que significa ofrecimiento dado a un ser supremo a cambio por un portento recibido, generalmente por problemas de enfermedad y deslices cotidianos. En todas las religiones existe este ritual, sin embargo el que interesa abordar es el exvoto católico mexicano que puede ser de varios tipos: escultórico, fotográfico, objetual y el pintado sobre lienzo (desde el siglo XVIII) y sobre lámina de cobre, siendo este último soporte el más utilizado desde mediados del siglo XIX y hasta finales del siglo XX.

ex2

El exvoto pintado presenta tres características constantes: mostrar una imagen iconográfica del santoral católico, vírgenes y cristos en sus diferentes advocaciones, una descripción plástica de lo que le ocurrió al afligido creyente que es una paráfrasis del espacio terrenal donde aconteció la desdicha y remata con un texto al cual se le llama cartela, que puede ir en la parte posterior y en algunos casos de lado derecho o izquierdo de toda la composición; generalmente presentan errores en ortografía y redacción, pues los pintores populares de este tipo de manifestación eran autodidactas y poseían escasos conocimientos de reglas ortográficas, lo que importaba es que quién leyera y viera la escena comprendiera el mensaje encargado por su cliente.

En la década de los noventas aparecieron exvotos ficticios realizados por pintores aficionados, con las mismas problemáticas del exvoto de antaño.

Las iglesias que más albergaban estas piezas se sitúan en el centro de la república como la basílica de Guadalupe, el señor sacromonte de Amecameca, la virgen de los Remedios de Naucalpan, la de San Juan de los Lagos, Señor de Burgos en San Luis Potosí, Niño de Atocha en Zacatecas por citar a algunos de los cultos a los cuales se les consagraban estas ofrendas plásticas por su eficaz intercesión en la vida del pueblo sufriente. Los santuarios se llenaban de estas láminas y tiempo después (década de los cincuenta) comenzó el saqueo por parte de gente que los proveía a coleccionistas ya que los sacristanes los veían como objetos de mal gusto y por dinero extra los vendían. En la década de los ochentas del siglo XX comenzó a mermarse la producción de exvotos, cuando se inició a colocar junto a los altares copias de títulos profesionales, zapatos de bebé, fotografías, recetas médicas que atestiguaban curaciones milagrosas, playeras procesionales y placas de automóviles, pues para los peregrinos y fieles era más práctico y económico llevar estos objetos que manda a hacer exvotos pintados.

Paralelamente surgieron ramas con temas inverosímiles como la prostitución, la infidelidad confesa y otros temas que chocan con la religiosidad y por supuesto delatan la carencia de un fin ritual religioso, su manufactura reciente y su mensaje más crítico. Esto es a manera de esbozo lo existente en exvotos albergados en las iglesias: fe y deseos cumplidos que deben ser conservados en su entorno para disfrute y patrimonio del mexicano.