Mi anecdota comienza cuando tuve que ir al baño público en una de las plazas en Tuxtla, no puedo decirles cuál porque una amiga trabaja ahí; me encontré con una fila de mujeres, que te hace pensar que dentro del baño está Brad Pitt. Así que me resigne a esperar, sonriendo amablemente a las demás mujeres que también están discretamente cruzando piernas y brazos en la posición oficial de ”me meo’’. ¡Finalmente era mi turno! y, llega la típica mamá con “la nenita que no se puede aguantar más”. (Mi chiquita ya no aguanta más, perdon ¡eh! me voy a adelantar, ¡que pena!), entonces comence a ver los cubículos por debajo para ver si no habían piernas, todos estaban ocupados. Finalmente uno se abre y me lanze casi tirando a la persona que iba saliendo. Entre y me di cuenta de que el pasador no funcionaba (nunca funciona); bueno no importa; iba a colgar el bolso en el gancho que hay en la puerta, “¿Cuál? No había”, inspeccione la zona, el suelo estaba lleno de líquidos indefinidos y pestilentes, así que no me atreví a dejarlo ahí, no tuve más remedio que colgarmelo en el cuello mientras miraba como se balancea debajo de mí, sin contar que me quería desnucar la correa, porque el bolso estaba lleno de cositas que fuí metiendo dentro, por un período de varios meses sin revisar lo que ahi traía y la mayoría de las cuales no uso, pero que las tengo por si acaso. Pero volviendo a la puerta, como no tenía pasador, la unica opción era sostenerla con una mano, mientras que con la otra de un tirón me bajaba los chones y me puse en “la posición”… de aguilita, ¡¡aahhhh!!…. por fin, ahí mis muslos comenzaron a temblar, porque para esto ya llevaba 2 minutos suspendida en el aire, con las piernas flexionadas, los chones cortandome la circulación de los muslos, el brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y un bolso de 5 Kg. cortandome el pescuezo. Me encantaría sentarme, pero no tuve tiempo de limpiar la taza ni cubrirla con papel, dentro de mí pensaba, “no pasa nada si me siento” pero la voz de mi mamá retumbaba en mi cabeza “jamás te sientes en un inodoro público”, así que me quede en “la posición de aguilita” con el tembleque de piernas y por un fallo de cálculo en la distancia una salpicada finísima de pis me me cae en los chones y me moja, con suerte no me moje los zapatos, y es que adoptar “la posición” requiere una gran concentración y todo una habilidad. Ahora busco el rollo de papel higiénico pero, ¡¡nooo hayyy!!, el rollo está vacío (como siempre), entonces suplico al cielo que entre mis 5 kilos de cachivaches que llevo en el bolso haya un miserable pañuelo desechable pero para buscar en mi bolso tenía que soltar la puerta, dude un momento, pero no tenía más remedio y en cuanto la suelto, alguien la empuja y me da un portazo en la cabeza que medio me a mensa pero le detuve con un movimiento rápido y brusco, y le grite ¡¡¡OCUPAAADOOO!!! ahí dí por hecho que todas las que esperaban afuera me escucharon y captaron el mensaje, así que pude soltar la puerta sin miedo, nadie intentará abrirla de nuevo (en eso las mujeres nos respetamos mucho). Después de mucho buscar al fin encuentro el pañuelo desechable hecho un rollito, todo arrugado, pero no importa, me las ingenio para estirarlo; finalmente lo consigo y me limpio, pero el pañuelo esta tan viejo y usado que ya no absorve y me mojo toda la mano; o sea que valio cacahuate el esfuerzo de desarrugar el maldito pañuelo con una sola mano. Luego escucho a otra chava que esta en las mismas circunstancias que yo “¿alguien por ahi tiene un pedacito de papel que le sobre?” ¡¡que mensa!!, sin contar el golpe del portazo, el desnuque con la correa del bolso, el sudor que corre por mi frente, la salpicada de pis en los chones, la mano escurriéndome y sobre todo el recuerdo de mi mamá que estaría avergonzadísima si me viera así; porque ella nunca tocó el asiento de un baño público, por qué francamente, ”yo no sé que enfermedades podría agarrar ahí”, que hasta embarazada puedo quedar (¿se acuerdan?). ¡¡Estoy exhausta!!, cuando me paro ya no siento las piernas, me acomodo la ropa rapidísimo y tiro de la palanca con un pie ¡sobretodo! muy importante. Me dirijo al lavamanos, todo esta lleno de agua “(ó ¿pipi?) me acuerdo del pañuelo”; así que no puedo soltar el bolso ni un segundo, me lo cuelgo al hombro, no sé cómo funciona la bobina de los sensores automáticos, así que toco hasta que sale un chorrito de agua fresca, y consigo jabón, me lavo en una posición del jorobado de Notre Dame para que no se resbale el bolso y quede abajo del chorro; el secador ni hablar para que usarlo, es un trasto inútil así que me termino secándome las manos en mis jeans, por que no pienso gastar lo que sobra de pañuelos para eso y salgo; en ese momento veo a mi novio que entro y salio del baño de hombres y encima le quedo tiempo de sobra para leer un libro de Borges mientras me esperaba, ¿Por qué tardaste tanto?’ me pregunta el ñoño. “Había mucha cola” me limito a decir. Ahora entenderan por qué las mujeres vamos en grupo al baño, por solidaridad, ya que una te aguanta el bolso y el abrigo, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa el papel higienico por debajo de la puerta y así es mucho más sencillo y rápido ya que uno sólo tiene que concentrarse en mantener “la posición” y la dignidad.

A los hombres que siempre preguntan ¿Mijita por qué te tardaste tanto en el baño…? ¡¡¡idiotas!!!, ahí tienen su respuesta.