Las distintas culturas en la época precolombina, de esta tierra a la que se le denominaría América, mantuvieron un fuerte vínculo con los fenómenos naturales y con todo aquello que apelaba a la vida y a la muerte. El ritual fue el conducto para que el ser humano se comunicara con la luz y la oscuridad, para entrar en aquellos terrenos de lo desconocido y así saber los designios de aquellos que ejercen su dominio en este plano y en muchos otros. Los dioses fueron protagonistas del destino de los pueblos, pero no sólo eso, también ejercían de guías, visionarios, además de jueces o verdugos. El Popol Vuh, recopilación de narraciones de los mayas-quichés, es testimonio de esa veneración y de la cosmogonía compleja que poseían en ese momento, es ahí donde se describe a Xibalbá como el inframundo, el reino de la oscuridad donde habitan Hun-Camé y Vucub-Camé, cuya puerta de entrada es una caverna.
La visión de ese inframundo de la cultura maya mantiene cierta distancia de la concepción cristiana, en donde el peso del castigo ejerce una función vital, sin embargo dado a la traducción hecha por el fraile Francisco Ximénez se tiene por consecuencia algunas similitudes.
Dante en su Divina Comedia, nos brinda una imagen del infierno conformado por círculos que dan lugar a una especie de cono invertido, justo ahí, en el fondo, podemos encontrar a los que pecaron de traición, a Judas sufriendo por toda la eternidad. En los simbolismos e imágenes mayas que se nos brindan en el Popol Vuh se pueden encontrar algunas semejanzas con la mirada de Dante, esto lo podemos ver por ejemplo en los diferentes ríos que recorren ambas concepciones del infierno o inframundo, en los lugares de castigo y en que los visitantes a dichos espacios van descendiendo poco a poco.
En el Popol Vuh, también llamado Libro del consejo, dos gemelos, Hunahpú e Ixbalanqué , logran derrotar a los señores de las profundidades después de pasar una serie peripecias y convertirse respectivamente en el sol y la luna.
Así, pues, la muerte, las sombras, el a veces llamado infierno y los entes demoniacos, adquieren una forma distinta en las culturas antiguas, su naturaleza está más cercana a una relación con el orden cósmico que con una serie de reglas a seguir por rectitud moral. Valdría la pena acercarse un poco más a nuestro pasado, pero más que nada a las historias que forjaron nuestra identidad.
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