JUGUETERÍA

Cuando su carpintería se incendió en 1924, Ole Kirk Christiansen no imaginaba que esa desgracia sería el comienzo del juguete más popular del mundo: Lego (abreviatura de dos palabras danesas: “leg godt”, cuyo significado es “jugar bien”).

Con la poca madera que logró rescatar del incendio, el tenaz Olej comenzó a fabricar pequeños juguetes que luego su hijo mayor le ayudaba a vender. Aunque sus piezas eran de gran calidad (“sólo lo mejor es suficientemente bueno”, era el lema bajo el cual el carpintero danés producía patos, camiones y aviones de madera), no vendían aún grandes cantidades. No obstante, la familia era firme y, tras mucho tiempo y esfuerzo, logró colocar su marca en el mercado.

En 1946, Olej adquirió una máquina moldeadora de plástico en una feria industrial. Con ella, produjo más de 200 modelos de juguetes; entre ellos, unos pequeños bloques de plástico que llamó “ladrillos de enlace automático”, con los que se podían construir múltiples diseños y volver a desarmarlos. Tras un nuevo incendio, en 1960, la compañía abandonó para siempre la madera, y en 1963 nacieron los bloques Lego que conocemos hasta hoy, perfectamente compatibles con cualquier modelo fabricado hoy.

En la creación de cada nueva serie de Lego, es necesaria una considerable cantidad de ingenieros, diseñadores y robots, e incluso equipos dedicados a imaginar nuevas series, y otros más cuyo trabajo es jugar con las piezas para asegurarse de que serán todo lo entretenidas que se supone que deben ser.

¿Te imaginas lo divertido que debe ser trabajar hoy en ese mega taller fundado, tras un incendio, por un carpintero y su persistente familia?