HISTORIA DE CHIAPAS | El negro y la iglesia de Chamula
El génesis de enigmáticos rituales
Desde lo más profundo del inconsciente, como voces lejanas entre la neblina, llega a mis recuerdos la imagen de las tres cruces vestidas con el árbol sagrado y al pie de ellas sentado el viejo tata Pánfilo. Encima de su blanca cabellera, su sombrero de ala ancha rematado con piel de venado, con su abrigo de lana blanca de borrego, cinturón de cuero y en la mano derecha su aguardiente. En esa húmeda y fría mañana del 24 de junio (durante la fiesta del santo patrono de la comunidad) en que me contó la leyenda de “El negro y la iglesia de Chamula”, misma que reza así:
Hace un par de cientos de años, en los tiempos en que la magia y el misticismo reinaban en el pueblo de San Juan Chamula, existió un personaje negro de piel y de intenciones. Era un hombre de ceño fruncido, con poderes sobrenaturales capaz causar la muerte a sus enemigos con tan sólo desearlo. Ser inmortal protegido por místicas energías, incapaz de sufrir daño alguno. Respetado por sus dones y temido por sus maleficios: con una mirada podía desencadenar el mal sobre una persona.
La gente de la comunidad se encontraba angustiada porque no tenían un recinto a donde llevar su devoción, así que fueron a pedirle ayuda al brujo para construir una iglesia en el pueblo. Éste aceptó y sin decir palabra alguna, emprendió el viaje como un tecolote negro en la noche, detrás de él, la multitud sorprendida. Se detuvo sin más miramientos en el lugar donde les dijo que se tenía que construir el templo. Juntó los dos pies sobre la tierra y comenzó a chiflar con gran energía, como un estruendo de tormenta, al mismo tiempo, giraba despacio sobre sus pies (haciendo un círculo como los del centro de una cruz chamula) lanzando el sonido a los cuatro puntos cardinales.
A la distancia las montañas le regresaban el eco sorprendiendo a los presentes del místico ritual. Inesperadamente en la punta de la montaña las piedras comenzaron a temblar y se convirtieron en carneros. Corrieron colina abajo comandados por un macho negro de gran tamaño hasta llegar al centro del valle respondiendo el llamado del brujo negro. El animal de color obscuro al estar frente al poderoso hechicero, reparó, dio un salto y al caer al suelo se transformó de nuevo en roca. De la misma manera los demás carneros también se transformaron en piedra al llegar al lugar.
Un montón de rocas se encontraban apiladas en la planicie, como no eran suficientes para erigir la iglesia, el extraordinario ser lanzó de nueva cuenta los silbidos a otros cerros próximos a la comunidad para que hicieran lo mismo que los primeros. Estas rocas también acudieron al lugar, menos las de la colina que se encuentra a la izquierda de la carretera. Por esa razón la nombraron Chajancavitz, que significa “cerro de piedras haraganas” en tzotzil. Construida con la ayuda de tan extraordinaria ceremonia la Iglesia de San Juan Chamula encierra tras de sus puertas de madera místicos secretos.
Dentro se vive un ambiente de solemnidad, lleno de mucha energía y sincretismo. Los devotos oran de rodillas, se respira antiguos enigmas combinados con el olor a incienso y pino. Como el legendario brujo, hoy en día los curanderos pueden saber que enfermedad aqueja a las personas con tan sólo tocar su pulso. Desapareciendo el mal a través de rituales con gallinas, huevos, alcohol y velas de muchos colores. Los espejos dan claridad al mundo y las mantas cafés en el techo de la iglesia simbolizan la montaña sagrada.
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