Al igual que el delfín de río chino,  el lobo japonés y el oso mexicano, la caballerosidad está apunto de extinguirse, sólo quedan algunos fascinantes especímenes que la practican. Hoy hasta parece fantasía el gran acto de elegancia que demostró Sir Walter Raleigh al arrojar a los pies de Isabel I de Inglaterra, su capa para evitar que la reina se ensuciara o cuando un hombre se quitaba el sombrero y hacía una reverencia para saludar a una mujer.

Si de adolescente bailabas la coreografía de Payaso de Rodeo, entonces no te tocó vivir la sofisticación del antiguo caballero que acompañaba a las damas hasta su asiento y se despedían de ellas con un beso en el dorso de la mano, como señal de agradecimiento por haber bailado con él una pieza.

La galantería siempre va acompañada de  buenos modales, ser caballeroso no es una obligación, sino una forma natural de actuar

Los caballeros le abren las puertas a una dama para cederle el paso, otorgan su asiento a una mujer (o persona mayor) en el transporte público, le retira y acerca la silla de la mesa a una dama, ofrece su brazo a una mujer para acompañarlas por la calle y ayuda a una chica cuando está cargando muchas cosas.

Un caballero no sólo es aquel que sufre de Alzheimer cuando trata de recordar vivencias que tuvo con alguna chava, si no también el que le cede el lado interior de la banqueta a la mujer, para evitar los peligros de la calle, como ser lastimada por un loco al volante o ser salpicada por un charco al pasar de un automóvil. Los caballeros son educados, acomedidos y respetuosos, resisten el frío por ceder a una mujer su abrigo.

Niñas ustedes también son responsables de la desaparición de los caballeros, si les tocan el claxon del coche, no salgan corriendo a la calle, esperen hasta que su galán llegue de forma decente a tocar la puerta de su casa, las acompañe y abra la puerta del carro. No como Dios manda, sino como un caballero moderno lo haría. Chavas no pretendan encontrar un príncipe azul, recuerden que los pitufos no tienen monarquía, sólo patriarcado, mejor búsquense un caballero.