Me duele, es tiempo de reflexionar

Vivimos en un mundo cada vez más diverso, en donde pareciera que existe lugar para todas las diferencias, pero a pesar de esto existe un claro rechazo hacia un sector de la sociedad. Existe una constante búsqueda de “eso” que no tiene explicación. Y que los homosexuales puedan “curarse”, para que de esta forma, del lado de los “normales” no exista la homosexualidad.

En la familia suele existir lo que hemos denominado dolor silencioso, un sufrimiento que se ha quedado mudo, ya que todos sufren pero en la mayoría de los casos, no existe una queja explícita del sufrimiento que provoca el estigma social de la homosexualidad. Casi todos “saben” pero no se conversa, la homosexualidad es “eso” que no se nombra.

El hijo homosexual ¿Cómo le da voz al dolor silencioso con los “otros”, su familia? Al entrevistar a J. P. un joven de 23 años, comenta: “Todo lo relacionado con mi sexualidad era un tabú… desde mi infancia creo que mi familia notó la diferencia… cuando se lo dije a mi mamá no lo aceptó, comenzaron los problemas familiares…”.

Pasaron tres años para reconciliarse con su madre, la situación familiar se reestableció. Acudió a un proceso de psicoterapia, al que ha denominado como un parteaguas en su vida. Ante la pregunta ¿un homosexual nace o se hace?, dijo: “Es curioso pero nunca había pensado en eso… creo que hay de los dos”.

Llama la atención el hecho de que J. P. nunca que se lo hubiese preguntado, parece que el dolor, el silencio y la conmoción existen independientemente de la explicación científica de la homosexualidad. H. M., un joven de 27 años refiere que al tener una relación con otro hombre sintió “haberle fallado a sus padres”.

Dentro del marco de la diferencia y la convivencia, la exclusión está presente bajo la pregunta ¿un homosexual, nace o se hace?

Él no conversará con sus padres acerca de su homosexualidad, y si tuviera que hacerlo preferiría contárselo a su mamá pero nunca a su papá. ¿Cómo aliviar el dolor de/por la diferencia? Hay un vacío de palabras, cuando se trate de compartir el dolor las palabras se vuelven pocas, duele el dolor del otro (el padre, la madre, los hermanos), su reacción ante “una noticia que no saben pero que ya conocen”.

Cada tiempo, cada silencio y cada dolor es diferente, no hay un “deber hacer ni un deber ser”. A pesar de que en muchas ocasiones encontramos recetas de cocina, ¿cómo podemos dar una respuesta para todos?, ¿no estaríamos anulando las diferencias?, la tan aclamada y poco entendida diversidad.

Colaboración: Lic. Alejandro Rosales Mondragón

Psicólogo del Grupo Psicoeducativo Integral A.C.

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