La educación debe ser ¿autoritaria o flexible?

En el primer modelo, al que podríamos llamar “Porque lo digo yo”, el adulto no toma en cuenta los deseos y opiniones del niño. Esto lleva al niño a un profundo distanciamiento de sus verdaderas necesidades e intereses. El resultado será un adulto perdido, con una seguridad superflua y desconectado de su identidad.

Por otro lado, tenemos la segunda corriente: “Dejar ser y hacer”. En esta visión, muchos padres temen ser autoritarios y dejan que los niños tomen las decisiones. Consideran que tienen la suficiente sabiduría para decidir sobre sus vidas. Pero son niños, y no la tienen.

Aunque ambas posturas buscan generar un niño seguro, fuerte, capaz de enfrentar y resolver distintas situaciones, ninguna concreta su objetivo.

Dice la autora Laura Gutman: “El futuro o el éxito de los niños en una sociedad competitiva depende más de la estructura emocional, del amor, de la mirada, de la contención, de la comprensión de su ser niño y del juego creativo, que del inglés que pueda aprender a los 4 años, o del colegio superprestigioso”.

El niño necesita descubrir y reconocer una verdadera autoridad en el adulto. Si el padre o educador no saben ponerle límites con amor y sana autoridad, se los terminará imponiendo la vida y el mundo del modo que sea. Los niños de hoy necesitan adultos que puedan guiarlos y contener su energía, pero sepan también cuándo hay que dejarla fluir.

Atención: no ayudamos al niño a ser fuerte y sano si se le dice a todo que “si” para no dañarlo

Ojo: cuando los adultos comenzamos a trabajar en nosotros, a plantearnos nuevos caminos, los niños se liberan también de roles insanos. Aceptan dejarse guiar porque empiezan a confiar en nosotros. Perciben que nos hemos encontrado, que somos capaces de guiarlos.

Centro de Actividades Psicológicas Serendipity

Psic. Rodrigo Medina Guarneros

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