CULTURA
En México, durante los primeros días de noviembre, muerte y celebración se conjugan, se brindan una a la otra para crear un lazo fuerte con el pasado y la memoria. Distintos platillos y flores, junto con imágenes de santos o vírgenes, adornan altares y acompañan la fotografía de aquella persona cuyo recuerdo sigue latente en nuestros corazones. Costumbre milenaria, el Día de muertos se sitúa como una parte central de nuestra cultura, de nuestra identidad; ahí donde la congoja se adueña de los otros, México festeja y convierte el dolor en rito.
Cargados de gran simbología, los altares mexicanos son fundamentales en esta tradición que se remonta a épocas prehispánicas, en donde la muerte era vista como una entrada hacia el inframundo; el fallecido, pues, se encaminaba por los terrenos de Mictlantecuhtli para lograr la paz eterna, pero antes su peregrinaje lo llevaba a recorrer nueve niveles en los que tanto voluntad como resistencia eran puestas a prueba para poder acceder al último plano, donde el alma se conjuntaría con el todo.
El altar es entonces representación y espejo, una ofrenda que conecta a dos mundos de seres aparentemente opuestos. Arco de flores como puerta hacia el inframundo, veladoras en representación del fuego, semillas y fruta simbolizando la tierra, comida para colmar el hambre de los difuntos, copal para guiar el olfato de las almas perdidas, calaveras simulando la muerte que llega desde distintos rumbos, etc., múltiples elementos se combinan para mostrarnos el rostro de un México inmortal, vivo en cada uno de sus habitantes, pero sobre todo en constante comunión con aquello que, sin duda, habrá de abrigarnos algún día: la muerte.
El Día de muertos en tres rincones
Aunque la celebración a los difuntos es una tradición muy arraigada en todo el país, no en todos los lugares se festeja de la misma manera, hay sitios en los cuales las costumbres varían o se abordan de manera muy distinta a las más populares. Aquí te mencionamos tres rincones con una forma muy particular de acercarse a sus muertos.
Janitzio
Esta bella isla de Pátzcuaro, Michoacán, es uno de los espacios más visitados en México durante el mes de noviembre. Para dar la bienvenida a las almas que vienen del más allá, los habitantes de esta región llevan a cabo un llamativo desfile de canoas con redes mariposa, que iluminadas con veladoras ofrecen un gran espectáculo para turistas y lugareños.
San Andrés Mixquic
Pocos pueblos como éste realizan tantas actividades ceremoniales en honor a los muertos. Música, danza, gastronomía y mucho más se conjugan en las ofrendas que adornan su famoso panteón, en donde familias enteras se dan cita para recordar a quienes se han ido. Este colorido lugar se sitúa en la zona chinampera de la Ciudad de México, la cual ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Aguascalientes
Cuna del artista José Guadalupe Posada, Aguascalientes tiene consigo una tradición sumamente vistosa y colorida: el Festival de Calaveras. A finales de octubre y principios de noviembre, la ciudad de Aguascalientes presenta diversos eventos culturales en donde destacan los recorridos, por panteones y calles, de cientos de personas vestidas de calaveras en honor al Día de muertos y a Posada. Una festividad que nadie se puede perder.
Leave A Comment