“Empecé a tener actitudes de esconder la comida, de nada más tomar agua en todo el día y no comer, a veces mi único alimento era una manzana, muchos litros de agua y un chicle, para matar el hambre”.
De acuerdo con los criterios diagnósticos aceptados internacionalmente, la anorexia se caracteriza por un deseo intenso de pesar cada vez menos; hay un rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal con base a la edad y talla. También hay un gran miedo, que raya en lo irracional, al hecho de estar obeso (a), así como una importante distorsión de la imagen corporal. Un ejemplo de tal distorsión es cuando una chica se mira al espejo y se percibe más gorda de lo que en realidad está.
Estas características psicológicas contribuyen a la pérdida drástica de peso y a la negativa desafiante para mantener una talla y peso saludables para la edad.
Alimentos, calorías, gramos de grasa, peso y la administración de peso, dominan la vida de la persona y los intentos para ayudar son a menudo ignorados o combinados con negación e ira.
La anorexia ha aumentado de forma alarmante en los últimos 50 años debido a la llamada cultura del cuerpo, en donde lo que vale es estar delgado y mucho han tenido que ver los prototipos de belleza manejados en los medios de comunicación.
Conseguir que el enfermo reconozca su trastorno es el principio de la recuperación
El diagnóstico es un punto clave y hacer ver a un enfermo que padece anorexia o bulimia es el principio de la difícil recuperación. ¿Qué suelo comer y beber? ¿Qué es lo que más me gusta? ¿Qué comen los demás? ¿Cuándo y dónde cómo? Son sólo algunas de las preguntas que se puede formular alguien que tiene cerca un posible enfermo para intentar ayudarle.
Toda esta alteración de la conducta causada por la anorexia, también es traducida por una serie de consecuencia a nivel fisiológico como: desnutrición y deshidratación, alteraciones renales, problemas dentales, perforación del esófago (por vómitos frecuentes), alteraciones cardiovasculares, anemias, descalcificación ósea con posibles fracturas, calambres musculares, vello corporal, ausencia de menstruación, detención del desarrollo hormonal (si la anorexia comienza en la adolescencia), disminución del tamaño del corazón, etc. y como es de esperar, cuando más avanzado es el trastorno, más difícil es superarlo sin la ayuda de personal especializado.
Para poder prevenir la anorexia es importante cuidar la imagen corporal y ser conscientes de los peligros a los que el sujeto se expone en el momento en el que empieza a alterar esta idea de imagen corporal.
Existe una presión increíble en la sociedad para ser guapo, delgado, bronceado o “en forma”… debemos aprender a aceptarnos y vivir en armonía con nuestro cuerpo para crear una relación sana y duradera entre la mente y el cuerpo.
Existen algunas maneras que pueden ayudar a promover una imagen corporal saludable y recordarte a ti y a los demás que la autoestima no debe pesarse en kilogramos:
EVITA HACER comentarios negativos sobre tu propio cuerpo o el de alguien más, evita decir “QUE GORDA ESTOY” o “QUE GORDA TE VES”. Elógiate a ti misma y a los demás.
Come cuando tengas hambre. Descansa cuando estés cansado (a). Sé activo porque es divertido. Rodéate de personas que te recuerden tu belleza y fuerza interior.
Sé un buen modelo a seguir, tanto en tus actitudes acerca de la comida, como en la imagen corporal.
No olvides que tu cuerpo es el vehículo que te llevará a cumplir todos tus sueños.
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