Por: Carlos Hiram Culebro Sosa

Templo de San Pascualito

En este escrito describo la técnica de la “pasada de huevo” que emplean grupos marginados, aunque también recurren a ella incluso personas que han sido formadas en el campo de la salud.

Con otras formas curativas como el rociar con aguardiente al cuerpo del enfermo o la ingestión de hierbas, pertenece a la categoría genérica de “limpias”. Un “curandero” puede ser perito en más de uno de esos procedimientos, incluyendo el tratamiento de alteraciones en la salud física como la cura del “empacho”, la “sobada de huesos” o las “operaciones invisibles”. Todos esos procedimientos son ahora denominados por la ciencia contemporánea como medicina alternativa.

El origen del tratamiento terapéutico en cuestión, pudiera encontrarse en las culturas prehispánicas y es utilizado en varias partes del país, seguramente que con variantes de una región a otra. En el área central de Chiapas he observado que se emplea para curar alteraciones como el “mal de ojo” y el “espanto”.

La primera de esas patologías ocurre cuando un bebé enferma por culpa de una persona adulta a quien causó simpatía y no fue abrazada por él (o ella), provocándole el mal de ojo, cuya sintomatología puede ser fiebre, diarrea y/o irritabilidad. Una forma de evitar ese riesgo es mediante la inmunidad que proporciona colgarles a los bebés objetos de ámbar, producto natural que puede romperse ante una “mirada fuerte”. Otra estrategia es colocándoles un listón de color rojo. En recién nacidos, no sería de extrañarse que -en muchos casos- el objeto de ámbar sea la primera “vacuna” que reciben.

La pasada de huevo también se utiliza para curar de espanto a personas de cualquier edad, y debe tener otras indicaciones terapéuticas. El espanto es producido por impresiones emocionales desagradables como el miedo, el coraje o la vergüenza. En esos casos también se dice que la persona está “azareada”  o asustada, y las repercusiones se localizan en la esfera mental de una manera imprecisa, mostrándose con desasosiego en forma permanente.

Si la atención se recibe en un establecimiento ex profeso para esas curaciones, popularmente llamados “recintos”, el mobiliario, aunque rústico, es similar al de un consultorio médico al que se le ha agregado un altar y símbolos religiosos. Mientras la clientela espera pacientemente su turno, suelen intercambiar experiencias -propias o ajenas- de dolencias que los especialistas ni pudieron solucionar, hasta que fueron con el curandero al que ahora están acudiendo. Entre los concurrentes predominan las mujeres de nivel socioeconómico bajo, aunque también asisten personas del nivel alto.

Los huevos que se utilicen deben ser, preferentemente, de una gallina silvestre, o “de rancho” como se les conoce, en contraposición a los “huevos de granja”.

El procedimiento de limpia consiste en frotar en forma  circular  y  lineal con uno o dos huevos todo el cuerpo del paciente, desde la cabeza hasta los pies, en un ambiente de gran solemnidad. Generalmente va precedido o acompañado de oraciones, quema de incienso y pequeños golpes en todo el cuerpo con manojos de albahaca, ruda y otras hierbas, que crean la situación adecuada para ese ritual, en donde se mezclan la religión, la magia y la psicología popular. A pesar de su sencillez, no cualquier persona está facultada para aplicar esa técnica.

Con la frotación se propicia que el huevo absorban un “mal puesto”, que puede ser accidental y otras veces inducido. También sirve para retirar del cuerpo otras energías negativas. Un principio básico en la etiología de muchos padecimientos es el trato interpersonal con sujetos a quien el paciente les resulta antipático porque le tienen envidia, rencor, etc. La excepción a esta regla es el origen del mal de ojo en los niños. Posteriormente se procede a hacer el diagnóstico de la siguiente manera:

Se parten los huevos y su contenido es colocado en sendos vasos conteniendo agua. Inmediatamente después, como si fuera un estudio con microscopio, se analiza en las yemas y la clara, la formación de burbujas, velos, la tonalidad y quien sabe que más cosas. A la revisión del contenido de los huevos algunos le llama “la vista”. Como en las radiografías, el diagnóstico a veces puede ser nítido y otras veces difuso.

Si se encuentra datos patológicos en el contenido de los “blanquillos”, su manejo es similar como si se tratara de material altamente contaminante, pues debe tirarse en coladeras, el drenaje y a veces en arroyos para que se diluya la peligrosidad de esos productos. Algunos casos pueden requerir que también se deseche el recipiente.

Al concluir la limpia, pueden hacerse sugerencias al paciente sobre quema de veladoras,  el  consumo   de   algunos   tés,   etc.

Excepcionalmente se prescriben medicinas de patente. Si la eliminación de los “males” ocurre en un establecimiento dedicado a esos servicios, allí mismo pueden adquirirse las lociones (muchas veces de olor penetrante y colores intensos), velas, etc. Por un precio que puede o no ir incluido en el de la consulta.

Lo antes descrito lleva a hacerme las siguientes preguntas: ¿Cuál es el índice de mejoría que se obtiene (que seguramente es alto en padecimiento psicosomáticos), ¿qué sucedería si se empleara el producto de otras aves?, ¿en qué porcentaje disminuye la eficacia si se usan huevos de granja?; si una parte del cuerpo no es friccionada, ¿el proceso queda incompleto o sólo la parte corporal no cubierta?, ¿qué ocurre si el procedimiento se hiciera a la inversa y se empezara por los pies para terminar con la cabeza?, ¿los resultados son los mismos, cuando el enfermo no tiene fe en esa terapéutica?, ¿hay mayor eficacia con 2 huevos que con sólo 1? (¿y si se hiciera con 3?), si una persona no suscita resentimientos hacia él por quienes le rodean, ¿cuánto dura el efecto de una pasada de huevo?, ¿deben pagar impuestos los curanderos?

Cabe agregar que en más de una ocasión me he sentido impulsado a someter este procedimiento a un diseño experimental, como sería, al observar una limpia, que el curandero permitiera que después se le presentara el contenido de 4 huevos, de los cuales 2 corresponderían a los que él utilizó, y pudiera identificar, por su contenido, cuáles fueron los que absorbieron vibraciones negativas, ¿identificarían los que usaron?

Mientras el lector saca sus propias conclusiones sobre el asunto, yo iré a que me “rameen” al “Zope”.