Por: Consuelo Martínez | Cronista

—¿Ydiay pué? ¡Al fin te afligiste en venir, jijo de la rechingada!… Mirá, ¿qué oras son esas de llegar? Estoy con el Jesús en la boca. Bien care vaca venís, jijo de tu puta madre. Me vas a matar de tanta muina que me das Mirá como venís, todo madreado, la cara pintorrajeada, ya te parecés a las putas de doña Carmen Lara. ¿Ónde madre andás pué? Ya parezco pirinola buscándote, ya voy, ya vengo, ¡bien sornada estoy! Ya jui al Hospital, al Centro de Salud y a la cárcel a preguntarle a don Vilo si no te había levantado la julia; al Playón, con doña Romelia “La Manada”, si no es que ya te estaba velando; ya jui con La Chata Gutiérrez, para que te anunciara en su programa, ese que tiene en la XEDB, a ver si alguien te había mirado por ahí y tú, ni tus luces…

—Mama, si no lo hago todos los días, por un ratito que salí.

—Mirálo, uno de nana se preocupa por los rechingados hijos y tú ni encuenta lo tomás. Que, ¿no entendés lo que dice tu tata? Que te portés bien, que estás muy chico pa’ anda con tus pendejadas, de pija caliente, ni pelo en el coyol tenés y ya querés tener mujer. ¡Esos tus amigotes que no te dejan en paz!… Me paso todo el día jodiendome el lomo pa’ que ustedes tengan que tragar y tú me salís que hasta querida querés tener. ¿Cuándo vas agarrar fuicio rependejo? Desde que salís temprano no te veo el pelo en todo el día, te quedás a dormir como las gallinas, onde les entra la noche, ¿a onde es que te vas encerrar pué, que te aparecés hasta el otro día? ¡Pero te gua a meter en cintura a punta de vergazos, pa’ que aprendás a respetar a tu nana, con la cuarta que compré con don Miguelito Vera, te daré tus cuartazos y así guas aprender quien es tu mera magre rependejo!

—¡Ven pa’ acá, pedazo de idiota! Dejáme verte: ¡Míra namás como venís, ya parecés mapache de tan negro que traés el ojo de la verguiza que te metieron, bueno está que te pase por andar de pija caliente!

—¡Ya mama…, si vine temprano del  antro —dijo Ray.

—¡Sí, pero del otro día, idiota; y no me alcés la voz rependejo!

—¡Volteáte, que quiero mirarte como te dejaron esos tus pagres!… ¡Míra namás cómo traés el pantalón nuevo que te saqué fiado con doña Mina Ramos, pa’ la fiesta de Tata Chico! Bien lo digo, que no tenés ni tantita magre jijo de la rechingada. Todo lo que me jodo trabajando como burra pa’ que estudien y sean algo en la vida, pa’ cuando menos sean como el licenciado José Vasallo “Callaquita”.

—¡Bien me lo decía mi magrecita santa, que en un rincón del cielo esté, como la alacrana vas acabar! Ese tu ojo, ¡sí que te madriaron galán!… ¡Hum, hum!, ¿a qué olés, es colonia de mujer? No te digo, no sabés donde tenés la nariz y ya andás buscando mujer, si ni sabés trabajar. Pero ya te dije que a punta de chingadazos te gua a quitar lo putañero, que ni te vas acordar quien te parió bola verga. ¿Qué?, ¿querés seguir los pasos de Meche Gómez “El Palomudo”, de mujeriego?… No estás tu pa’ saberlo, ni yo pa’ contarlo, pero cuando yo empecé andar con tu tata, ya trabajaba en los ferrocarriles con don Claudio Escobar “La Changa”; don Agustín Gómez “Luz de bengala” ya había estudiado en la escuela la Juanita, ¡Esas sí eran escuelas! Que si no aprendías, el profesor Carlos Balboa a punta de madrazos te hacían aprender y nuestros pagres no decían nada, porque era pa’ nuestro bien.

—¡Pero bien digo yo! Cómo han cambiado los tiempos, ahora pa’ nada ayudan los hijos, les da alergia barrer, les da pena ir hacer mandado, ¡eso sí, todo el día quieren estar conectados con ese mentado Internée, o con el celular!… El otro día sonó el celular de la nena, pos como no había naide, yo contesté: “¡Bueno, bueno, bueno!”, enojada lo aventé por allá; cuando llegó la nena le dije: “Sonó tu celular y yo creo que no sirve, porque naide respondió”.

—¡Ja, ja, ja!… ¡ja, ja, ja!…

—¿De qué te reyís babosa?

—¡Mama, agarrastes el control de la tele!

—¡Qué sabe uno de esas chingaderas pué!… ¡O ya salen que van ir a tomar la copa o que se van al antro!… Las cantinas o puteros de doña Carmen Lara, de la Yuli, a eso se les llamábamos antros. Tampoco quieren que uno les pegue, porque dicen que se tráuman. En mis tiempos sí eran verguizas que nos metían, ¿y qué traumados vamo a estar? ¡De qué sirve que páguemos la secundaria de la Pancho, si no aprovechás nada! Si tú hubieras vivido en mis tiempos, sí que nos ponían unas grandes jodas. ¡A las cuatro de la mañana ya nos estábamos levantando, pa´ poner el maíz, pa´ echar tortilla, hacer el atol chuco y blanco, y salir a vender de casa en casa! Y a pesar de todos los lujos que te damos, te portás mal pedazo de verga, ¿cuándo irás agarrar fuicio injodible?

—Mire mama, estamos en pleno siglo XXI y pos ya no soy un niño, tengo derecho a divertirme un rato.

—¡Andá a pararte de maroma en el patio y ahí te livertís un rato! Pero bueno, ¡antes de que me enmuine de verdad!, andá con tu abuelita, tata; que te chochonée ese tu ojo con agua de hoja de aguacate. Y hay venís, pa’ que yo te de tu almuerzo, hijito!… ¡Ah, solo pa’ que no te vayás a quejar al DIF., o a eso de los Derechos Humanos, ¡que porque dicen que ahora a los hijos no se les debe regañar, menos pegar! Después de que hayás almorzado, ahí venís al patio, aquí junto al pozo te gua a esperar pa’ que oigás mi bocota, y ¡te de una tu buena puteada y no la olvidés en toda tu rechingada vida, care verga!