La aventura de una gran búsqueda

Quién no recuerda esos cuentos de piratas de nuestra infancia, con el mapa marcado con una gran “X” que indica la localización de un magnífico tesoro. Mientras que para algunos, esas narraciones fantásticas, se convirtieron en un hobby, para otros en una profesión. El mundo está lleno de riquezas ocultas, esperando para ser develadas por estos aventureros, los buscadores de tesoros.

Dedicarse a este oficio no es apuntar a diestra y siniestra el detector de metales. Primero hay que hacer una investigación histórica sobre los lugares donde pueden existir reliquias de gran valor, es recabar datos como la ubicación de batallas, naufragios, el posible paradero de alguna fortuna extraviada, etc. Así cientos de personas en el planeta se enfrascan en una exhaustiva búsqueda, con el fin de alcanzar riquezas o ser los protagonistas de hallazgos que reedificarían nuestros conocimientos sobre el pasado.

Incluso existen empresas especializadas que se dedican a esta actividad, como Sea Search Armada y Odyssey Marine Exploration. Esta última en 2010 llegó a un acuerdo con el gobierno del Reino Unido: los británicos se quedarían con el 20% del tesoro recuperado del buque SS Gairsappa, además de las piezas únicas consideradas herencia cultural. La empresa se quedó con el 80% de 200 toneladas de plata, como premio por haber rescatado la embarcación hundida, se logró usando submarinos operados por control remoto, descendieron 4,700 m en el Océano Atlántico.

El Merchant Royal, mejor conocido como “El Dorado de los Mares” posiblemente fue localizado en el Canal de la Mancha a 100 m de profundidad, naufragó el 23 de septiembre de 1641 con 100,000 lingotes de oro, 400 barras de plata mexicana y medio millón de piezas de joyería, tesoro estimado en 528 millones de dólares.

Los tesoros marítimos más buscados actualmente son el Galeón San José que se encuentra a 210 m bajo las aguas del Caribe en Cartagena, Colombia, fue atacado y hundido por corsarios ingleses que intentaron asaltarlo en junio de 1708, sucumbió con 11 millones de monedas de oro abordo, caudal que ahora se calcula en 5,000 millones de dólares, aproximadamente. El Merchant Royal, mejor conocido como “El Dorado de los Mares”, posiblemente localizado en el Canal de la Mancha a 100 m de profundidad, naufragó el 23 de septiembre de 1641 con 100,000 lingotes de oro, 400 barras de plata mexicana y medio millón de piezas de joyería, tesoro que se estima en 528 millones de dólares.

El año pasado al cumplirse un siglo del naufragio del RMS Titanic, la casa de subastas Guernsey’s Auctioneers & Brokers subastó más de cinco mil objetos rescatados del lecho marino, el lote fue valuado en su totalidad en 189 millones de dólares.

En México son famosas las leyendas de tesoros escondidos durante la Independencia, Revolución y Guerra Cristera. Algunos empiezan su aventura en las haciendas más antiguas con la finalidad de encontrar escudos de oro o reales de plata de la época colonial, cofres llenos de alhajas, centenarios incrustados en paredes y muchas riquezas más. El detector de metales es la pieza que no puede faltar en el arsenal del cazatesoros, también se usan georradares para localizar objetos enterrados a mayor profundidad. Estos aparatos electrónicos permiten hacer detecciones no invasivas de tesoros, para evitar abrir hoyos a diestra y siniestra, como lo ejemplifica muy bien Pedro Infante en la película Cuidado con el amor.

Vicente Contreras Vázquez se convirtió en millonario de la noche a la mañana, durante su vida encontró siete tesoros, su fortuna le permitió conocer el mundo. Es el buscatesoros con mayor éxito en la historia de nuestra nación. En su autobiografía “Millonario en una noche” relata sus aventuras y cómo decidió volverse rico

Estos aventureros gustosos lo acogerían si se encontraran talegas (no seas malpensado, es el término con el que se le conoce a las bolsas cortas y anchas, generalmente de cuero, que se usaban para transportar objetos) repletas con monedas de oro. Los cazatesoros invierten tiempo, dinero, esfuerzo físico, incluso ponen en riesgo su vida, pero en muchos casos, al excavar hasta el objeto, el ente metálico resulta ser un clavo oxidado, un pedazo de carretilla, tubería vieja, tuercas, una pequeña porción de metal fundido, etc.

Para los que tienen un golpe de suerte pronto estarán brindando con champagne en los mejores restaurantes del país. En Chiapas quién no ha oído las historias de los abuelos sobre tesoros en cazos u ollas enterrados bajo el suelo de las casas y reliquias escondidas en cuevas. Se dice que en el cerro Nambiyugua de Villaflores hay una fortuna oculta. Si en el estado decides emprender la búsqueda de un tesoro, te recomendamos leer el Código Civil, en el Capítulo III, conocerás tus derechos y obligaciones, para evitar futuros problemas legales.

Como en todas las cuestiones de la vida existe un yin y un yang, una línea muy delgada entre buscadores de tesoros y saqueadores. Los primeros tienen moral, evitan destruir el lugar donde exploran, conservan las construcciones antiguas y cuidan la naturaleza. En esta temporada de lluvia parece que lo que vemos en las calles no son baches, tal vez es que algún aventurero se puso a jugar con su detector de metales, pico y pala.

RECUERDA que debes avisar al INAH si haces un hallazgo que contenga objetos de interés histórico, científico  o artístico.

Según el INAH “El patrimonio cultural sumergido pertenece a la categoría de los bienes que son objeto de estudio, custodia, conservación y difusión, pero que en sí mismos son inalienables e imprescriptibles y, en consecuencia, no susceptibles de comercialización”.

CÓDIGO CIVIL Capítulo III, Art. 869: “De propia autoridad, nadie puede en terreno o edificio ajeno, hacer excavación, horadación, u obra alguna para buscar un tesoro”.