Es un sentimiento muy fuerte y exagerado del que no se posee control, es permanente y se llega a sentir por una creencia religiosa, ideología política, personalidad, deporte, hobby, entre otras cosas. En los fanáticos se crea una sensación de arraigada pertenencia, una pasión incondicional a una idea o causa.

A las personas que admiran de forma exagerada a una personalidad del mundo del espectáculo se les denominan fanáticos. Quién no recuerda el llanto desconsolado de las cientos de jovencitas en las taquillas de la Arena Monterrey cuando se agotaron los boletos para ver a Justin Bieber. Una de ellas tirada en el piso diciendo: “Yo quiero a Justin, lo quiero, lo amo, lo adoro …”, otra más hablándole a la cámara: “Justin por favor ven otra fecha … yo hago lo que sea por ti, quedarme aquí, pero por favor ven, te lo pido …”.

Existen muchos tipos de fanáticos antireligiosos, a lo desconocido, culturales, radicales, etc. La única forma de vivir en paz es RESPETAR las creencias e ideologías y siempre practicar la TOLERANCIA.

Todos los deportes tienen seguidores y fanáticos. Estos últimos en su irracionalidad pueden llegar a pagar apuestas absurdas (depilarse una ceja, raparse, salir desnudos a la calle, caracterizarse como el sexo opuesto y más), se casan con una idea y nunca la abandonan, no están abiertos al diálogo, creen tener completamente la razón, por lo que no pueden cuestionar sus ideas. En México son comunes los enfrentamientos entre porras contrarias de pamboleros.

Desde el punto de vista psicológico algunos sujetos sufren de una especie de monomanía (en la que sólo pueden pensar en una idea y se obsesionan con ella) que en casos extremos les produce conductas agresivas, incluso pueden llegar a cometer asesinato. Éste es el caso de muchos fanáticos religiosos que desean imponer su creencia a otras personas. A lo largo de la historia esta conducta ha sido una de las causas que llevaron a las guerras santas, que desencadenaron la Primera Guerra Mundial y los actuales actos terroristas.