De los placeres que tiene la vida, están: comer unas ricas papas fritas cuando tenemos el antojo, escuchar música, disfrutar de unas deliciosas palomitas instantáneas, viajar, entre otros. Todos estos casos que gozamos actualmente fueron producto de un grandioso error o accidente. En ocasiones nos quejamos por los errores o accidentes que sufrimos en nuestra cotidianidad, pero si supiéramos la importancia que muchos de estos han tenido en la historia, replantearíamos el concepto que tenemos al relacionar la mala suerte con errores, accidentes o descuidos.

Hoy uno de esos errores ha aumentado la esperanza de vida de la humanidad, porque de no haber sido descubierto muchas personas perderían la vida a causa del desarrollo de las infecciones, se trata de la penicilina. En 1928 el bacteriólogo británico Alexander Fleming, con un “fue sin querer queriendo”, descubrió este importante antibiótico. Había dejado olvidado en su laboratorio cultivos de la bacteria Staphylococcus aureus, al regresar de sus vacaciones descubrió que habían sido contaminados por un hongo que inhibía el crecimiento de las bacterias. Así que no te enojes si tu pareja olvida los frijoles en la estufa, tal vez puedan descubrir algo y volverse famosos.

Cuenta la historia que un prestigiado chef, de nombre George Crum (uno de los mejores de su época con un maravilloso don en el arte culinario), recibió en 1853 una queja por parte de uno de los húespedes del hotel donde trabajaba. El cliente despotricaba por lo ancho del corte de las papas, así como también de su humedad y suavidad; por lo que exigió que le cambiaran el platillo por uno que estuviera bien cocinado. Molesto, el chef cortó las papas lo más delgado que pudo, las frió más de las cuenta y le espolvoreó sal, con la esperanza que el cliente aborreciera el invento. A Crum “le salió el tiro por la culata” porque el cliente maravillado por el sabor pidió otra ración de tan suculento platillo. Así se inventaron las chips, siendo todo un éxito, Crum llegó tener su propio restaurante.

El proceso de vulcanización del que se deribó una gama de nuevo productos (como la llanta, el impermeable, las suelas de zapatos, etc.), también surgió de un accidente. Charles Goodyear había estado experimentando para conseguir que el caucho durara mucho tiempo y no se rompiera con el frío, ni se hiciera blando con el calor. La esposa de Goodyer ya estaba cansada de los mal olientes experimentos que él realizaba en la cocina, por lo que le hizo jurar que dejaría de hacer más investigaciones.

Un día este famosos personaje estaba realizando una mezcla de caucho con azufre, faltando a la promesa que hizo a su mujer. Cuando su señora lo cachó con las manos en la masa, Goodyear, con un hábil, “yo no fui” hechó al fuego la pasta para borrar evidencias. Fue muy grande su sorpresa, porque en vez de perder, encontró la solución al proceso que tanto buscaba, y lo denominó vulcanización en honor al dios Vulcano. No cabe duda que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, ánimo chicas.

Otro de los inventos más explosivos (literalmente) que fue descubierto por un accidente es la dinamita (TNT). Alfredo Nobel, buscaba una fómula que hiciera más seguro el uso de la nitroglicerina (producto altamente inestable). Por un “se me chispoteó” dejó caer un frasco al suelo, pero éste afortunadamente cayó en aserrín y no explotó. Nobel combinó la nitroglicerina, con silicio y aserrín, obteniendo un producto estable, que hizo más seguro el trabajo en minas y demoliciones, volviéndose rico y famoso.

El levanta muertos, no, perdón, que diga, el viagra fue descubierto por error, por un equipo de farmacéuticos de la empresa Pfizer. Se encontraba en la búsqueda de un medicamento que contrarrestara la hipertensión arterial y la angina de pecho. Al probar la cantidad máxima que podía ser suministrada en un paciente sin dañarlo, se percataron que no curaba los males cardiacos, pero si causaba una erección. Así fue como de chiripa nació este popular medicamento, que ayuda al otro mejor amigo del hombre.

Porque a algunos hasta el cereal se les quema: Los doctores Willian y John Kellogg se propusieron la misión de encontrar un alimento que fuera sumamente nutritivo. Hicieron una pasta de cereal de trigo que dejaron calentar y reposar más de la cuenta, pero no podían desperdiciar el alimento. A la masa que habían formado querían aplanarla y hacer hojas delgadas y planas; al intentar hacerlo mediante rodillos, el trigo se desquebrajó en pequeñas hojuelas. Después sustituyeron el trigo por maíz, y no falta decir que fue todo un éxito.

A este hombre un pequeño antojo le llevó a ser el inventor del microndas, se trata de Percy Spencer. El científico había desarrollado la tecnología radar, y ahora buscaba una innovación que generara mayor energía para abastecer el radar. En 1946, mientras probaba su nuevo generador de ondas electromagnéticas, de casualidad llevaba en sus bolsillos una barra de chocolate que empezó a reaccionar con las microondas que despedía dicho objeto, derritiéndose la golosina. Esta coincidencia hizo investigar a Spencer con otros alimentos y desarrolar un contenedor de la radiación que hoy nos prepara las tan deliciosas palomitas instantaneas.

Con un “ups, perdón, ya lo inventé” el Dr. Roy Plunkett descubrió el teflón en 1938, mientras buscaba un nuevo gas refrigerante. Este químico guardó el gas de tetrafluoroetileno en un cilindro presurizado dejándolo en hielo seco. Pasó el tiempo y cuando regresó para continuar con su experimento, al abrir la perilla del cilindro el gas no salió, pensó que se había filtrado, pero al pesar los tanques éstos no había disminuido la cantidad de su peso. Cortó un cilindro por la mitad y descubrió que el gas solidificado hizo una capa impermeable en las paredes metálicas.

La plastilina, el fonógrafo, los Post-it, la vaselina, la sacarina, el marcapasos y muchos más descubrimientos o inventos fueron desarrollados, por un accidente o no surgieron con el fin que fueron pensados. Así que tal vez por una bendita casualidad de la vida puedes ser el inventor o quién descubra algo que cambiará el rumbo de la humanidad.

AL MAL TIEMPO BUENA CARA: Ruth Wakefield quería hacer galletas de chocolate, pero su receta le saló mal al no disolverse el chocolate con la masa, quedando lo que se conoce como galletas con chispas de Chocolate.

NO PUEDES TENER TODO EN LA VIDA: Albert Hofmann buscaba un medicamento para estimular el parto, cuando sin querer queriendo encontró una sustancia psicotrópica.

MÁS ES MENOS: Spencer Silver buscaba un super pegamento, pero fracasó creando un pegamento débil, que se mantenía en el papel, esto dio origen al Pots it.