“La muerte siempre llega sola y siempre se va con alguien. Los mortales no podemos evitarla. Es posible torearla, capotearla, alejarla, espantarla con chochos y médicos, pero algún día vendrá por nosotros.“ Elena Poniatowska
A pesar que en la actualidad tenemos demasiada influencia anglosajona con noche de brujas o hallowen, aún conservamos nuestra tradición del día de muertos, que vienen desde nuestros ancestros.
Nuestro Estado está conformado por los mayas, zoques y chiapanecas, ya ellos honraban y rendían culto a sus muertos desde la antigüedad, llevaban ofrendas a sus difuntos alumbrados con antorchas encendidas, les ofrecían alimentos y bebidas, e inciensos. Con la llegada de la conquista española y posterior colonización, sumando la evangelización de los indios en la fe católica, surgieron los festejos a los muertos y los altares de las ofrendas modernas.
“Según la creencia de la civilización mexicana antigua, cuando el individuo muere su espíritu continúa viviendo en Mictlán, lugar de residencia de las almas que han dejado la vida terrenal. Dioses benevolentes crearon este recinto ideal que nada tiene de tenebroso y es más bien tranquilo y agradable, donde las almas reposan plácidamente hasta el día, designado por la costumbre, en que retornan a sus antiguos hogares para visitar a sus parientes”.
“En México la muerte adquiere varios nombres: La Pelona, la Flaca, la Fría, la Apestosa, la Huesuda, la Calaca.”
Para festejar a nuestros difuntos, les ofrecemos altares, los cuales lo constituyen en algunos pueblos las propias tumbas, pero en la mayoría de los lugares se hacen sobre una mesa. De acuerdo con las tradiciones y costumbres, étnicas y populares, los mexicanos esperan con ansia los días 1 y 2 de noviembre de cada año para honrar a sus difuntos, a las almas chicas y grandes (ánimas).
El 1 de Noviembre, se lo dedicamos al “día de todos los santos” (la llegada de las almitas) a partir de las seis de la tarde. Se escuchan los gritos de niños: ¡Calabacita tía!….¡Que viva la tía!… que van de casa en casa pidiendo su “calabaza”; el 2 de Noviembre, el “día de los muertos” (las almas grandes), es cuando la familia acude a los panteones a visitar a sus difuntos.
“Hacemos fiesta para aliviarnos del dolor de la ausencia de los muertos y para compensar su eterno silencio. Entablamos diálogos amorosos que nos recuerdan que algún día estaremos con ellos”.
Los Altares de Muertos
Los altares están compuestos por una mesa madera con ofrendas dedicadas a los muertos, que contiene lo que más le gustaba al difunto en vida:
- Comidas: tamales, mole, estofado, etc.
- Bebidas: pozol, café, chocolate, atole, agua.
- Dulces: calabaza en dulce, melcocha, suspiro, puxinú, turrones.
- Postres: Pan de muerto, gaznate, caballito., cazueleja, marquesote.
- Frutas: naranja, caña, mandarina, plátano, granadilla, camote.
- “Trago”(vino, tequila,mistela, pulque, tepache,cerveza, etc);
- Cigarros
- Flores: cempazúchil (flor de muerto), crisantemo, flor de seda, lengüevaca, de raíz, flor de lechita (punupunú), etc.
- Basero: mirra, copal y estoraque.
Se adorna con cortinas, manteles, velas, veladoras, papel de china o papel crepe de colores morado, blanco (preferentemente), fotografías del difunto o de algún artista fallecido, imágenes de santos, “somé”, cortinas blancas. Deben tener tres escalones que representan en esté orden al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, aunque en la actualidad este orden no es aplicable frecuentemente.
El humo de los sahumerios limpia el lugar de la ofrenda de los malos espíritus. La Cruz representa la muerte, el sacrificio, sentimiento doloroso. Los colores tienen su significado Negro: luto, tristeza; blanco: luto, paz, pureza; morado: duelo.
“Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía”. Octavio Paz
Los panteones son el punto de reunión para la fiesta de muertos en Tuxtla Gutiérrez, se llenan desde temprana hora, las tumbas las invaden de flores, veladoras. El mariachi, música de banda y marimba se escuchan, las canciones que le gustaba al difunto. Los familiares rodean las tumbas para acompañar a sus muertos, algunos les llevan comida y bebida; recordando en medio de carcajadas y música. Un ambiente que no tiene nada que ver con lo fúnebre o triste.
Cada pueblo y región ofrece variados diseños e ideas para este evento, pero todos con la misma finalidad: recibir y alimentar a los invitados, y convivir, con ellos”.
“El Día de Muertos no se hace con hechizos, encantamientos ni horripilantes caracterizaciones, sino con historias, relatos, cuentos y leyendas que han perdurado en la memoria de los mexicanos durante siglos”.
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